Hace unos días se publicó un
estudio del ministerio de cultura sobre el libro electrónico. En él se posicionaba claramente a favor de formas cerradas de derechos de autor y animaba a los creadores a no utilizar licencias copyleft, como las
Creative Commons,
Coloriuris u otras que podemos encontrar. Vayamos por partes.
Hoy es el "
día del libro y los derechos de autor" declarado así por Naciones Unidas.
La escritura fue uno de los mayores avances cualitativos en la sociedad humana, ya que
permitía transmitir información de manera objetiva y no presencial. Por ello, cuando un maestro egipcio escribía el proceso para fabricar y cocer los ladrillos de adobe o un escriba babilonio escribía las leyes del
código de Hammurabi, estos quedaban
accesibles a cualquiera que supiese interpretarlos y leerlos,
sin necesidad de haber conocido a la persona que lo escribió.
Este salto que a nosotros nos parece tan trivial, ha hecho posible que las ideas se difundieran de una esquina a otra del mundo conocido en cada momento de la historia. Desde la Biblia o el Corán hasta el
Manifiesto Comunista de Marx y Engels o el
Mein Kampf de Hitler. Los libros han servido para
cambiar nuestra sociedad transmitiendo ideas y formas de pensar. Esa es la verdadera finalidad del libro.
Alguien puede decir que también es la de entretener. Sin embargo, cuando leemos una novela de ciencia ficción, una novela histórica, El Principito o un libro de ensayo, ¿no estamos leyendo las ideas y la forma de pensar del autor? La narración de historias es una habilidad humana que ha servido desde mucho antes que la escritura para transmitir conocimiento. Leyendas, mitos, parábolas, cuentos infantiles, evangelios varios... Todos han sido creados para educar y enseñar.
Ahora se está debatiendo sobre los derechos de autor, sobre si el libro electrónico va a matar a las editoriales y sobre si las licencias abiertas son recomendables o no para los creadores. Vamos a dejarnos de tonterías y a hablar con propiedad. Al autor, al creador lo que le interesa es que su obra sea leída. ¿Sería lo mismo Cervantes si nadie leyese al Quijote? ¿Y si nadie hubiese representado nunca Hamlet o Romeo y Julieta, alguien sabría quién es Shakespeare?
Es al editor, al intermediario a quien le interesa cobrar por cada una de las copias que se venden del libro. El intermediario al fin y al cabo no es más que un parásito que vive del trabajo de otros y se queda con una parte que le pertenece a su legítimo dueño en el momento en el que un creador puede llegar a su público directamente. El libro electrónico hace posible que un escritor desde su casa publique en un blog, una página web o un servicio de descargas remuneradas su propio libro, sin pasar por el editor. Eso es lo que temen.
Yo estoy a favor o en contra del libro electrónico y las licencias copyleft. El libro y la escritura deben servir para lo que fueron creadas hace varios miles de años: transmitir información. Yo ya uso licencias Creative Commons para mis propias publicaciones y os animo a que tú que me estás leyendo lo hagas también.