jueves, 29 de noviembre de 2012

Cariño, esto no es lo que parece, es un experimento

En psicología evolucionista parece que hay una obsesión con el sexo, pero no es para menos. Cada uno de los sexos tiene diferentes costes de reproducción o inversión parental mínima, lo que define en cada ecosistema unas estrategias que maximizan el éxito reproductivo de un individuo dependiendo de su sexo, su condición, su posición social, su valor reproductivo, etc. Esto hace que se generen diferentes relaciones entre sexos, clases sociales, edades, generaciones, etc. en diferentes sociedades.

Esto está muy bien en el papel, pero para probarlo hay que diseñar experimentos y los hay de muchos tipos, desde las encuestas a los experimentos en los que los objetos de estudio no conocen el propósito real del experimento. Sin embargo, la mayoría de ellos se llevan a cabo en el entorno controlado y estéril de un laboratorio.

El laboratorio presenta un problema fundamental: no es un entorno real, por lo que es posible que los módulos mentales que deberían funcionar no lo hagan o lo hagan de una manera diferente, ya que muchos de ellos dependen del contexto.

Pongamos un ejemplo: En biología y antropología ha habido un largo debate sobre si la ovulación femenina humana era oculta o visible. A primera vista, las mujeres humanas no muestran los rasgos que muestran otros homínidos durante periodo fértil, como una inflamación de los pechos, ya que en los humanos esto es permanente una vez pasada la pubertad de la mujer. Supongamos que diseñamos un experimento en el que ponemos a un grupo de hombres en un laboratorio y les presentamos otro grupo de mujeres para que adivinen cuál de ellas está ovulando. ¿Esto podría funcionar? Lo más probable es que no, ya que si existe un módulo evolutivo en el hombre como adaptación a la ocultación de la ovulación de la mujer, no tiene por qué ser a nivel consciente.

Geoffrey Miller pensó en eso y decidió irse a clubs de striptease a preguntar a las bailarinas cuantas propinas recibían a lo largo de un mes. Con este artículo consiguió dos cosas. La primera fue que consiguió el Ig Nobel Prize 2008 que se da a los descubrimientos científicos más inusuales y triviales, y el segundo fue que probó que las bailarinas recibían más dinero en periodos de ovulación que cuando no eran fértiles. Esto, y ahora le voy a llevar la contraria a los Ig Nobel, no me parece nada trivial, ya que cuestiona la ocultación de la ovulación femenina y demuestra la discriminación (al menos inconsciente) por parte de los hombres de periodos de fertilidad en la mujer, sobre todo en un comportamiento puramente de cortejo como es el intercambio de dinero por sexo (en este caso, lap-dance).

Otro ejemplo de experimento en lugares en los que tu novia/mujer no se creería la excusa de "no es lo que parece, cariño, es un experimento científico", es el que el neuroescéptico denomina "el mejor experimento de todos los tiempos". Esta vez en lugar de elegir un club de striptease han escogido como entorno real del experimento un sex-club donde los socios van a realizar intercambios sexuales libres, solos o en pareja.

La excusa hipótesis que se quería probar era si los hombres que mantienen relaciones sexuales tienen mayores niveles de testosterona que los que solo miran. El resultado fue positivo, lo que tiene importantes implicaciones, ya que esta hormona afecta a ciertos rasgos de la personalidad y al comportamiento de la persona.

Así que ya sabéis, si sois un departamentos de psicología o antropología y estáis faltos de estudiantes que os ayuden a llevar a cabo los experimentos, igual tenéis que replantear el enfoque y buscar algo más "de campo"...

ResearchBlogging.orgMiller, G., Tybur, J., & Jordan, B. (2007). Ovulatory cycle effects on tip earnings by lap dancers: economic evidence for human estrus?☆ Evolution and Human Behavior, 28 (6), 375-381 DOI: 10.1016/j.evolhumbehav.2007.06.002

Escasa, M., Casey, J., & Gray, P. (2010). Salivary Testosterone Levels in Men at a U.S. Sex Club Archives of Sexual Behavior, 40 (5), 921-926 DOI: 10.1007/s10508-010-9711-3

miércoles, 28 de noviembre de 2012

En efecto biológico de la adversidad en los primeros momentos

Hace ya tiempo escribí sobre el efecto del cuidado y contacto directo en recién nacidos, sobre todo basado en el experimento de René Splitz en los años 40.

Hace un mes, PNAS publicó de forma abierta una serie de artículos muy interesantes sobre los efectos biológicos del estrés en edades tempranas en el coloquio titulado Biological Embedding of Early Social Adversity: From Fruit Flies to Kindergartners. A continuación copio titulo y abstract de algunos artículos que me parecen interesantes. Podéis encontrar todos ellos de forma gratuita y abierta en el link anterior:

Social stratification, classroom climate, and the behavioral adaptation of kindergarten childrenSocioeconomic status (SES) is the single most potent determinant of health within human populations, from infancy through old age. Although the social stratification of health is nearly universal, there is persistent uncertainty regarding the dimensions of SES that effect such inequalities and thus little clarity about the principles of intervention by which inequalities might be abated. Guided by animal models of hierarchical organization and the health correlates of subordination, this prospective study examined the partitioning of children's adaptive behavioral development by their positions within kindergarten classroom hierarchies. A sample of 338 5-y-old children was recruited from 29 Berkeley, California public school classrooms. A naturalistic observational measure of social position, parent-reported family SES, and child-reported classroom climate were used in estimating multilevel, random-effects models of children's adaptive behavior at the end of the kindergarten year. Children occupying subordinate positions had significantly more maladaptive behavioral outcomes than their dominant peers. Further, interaction terms revealed that low family SES and female sex magnified, and teachers’ child-centered pedagogical practices diminished, the adverse influences of social subordination. Taken together, results suggest that, even within early childhood groups, social stratification is associated with a partitioning of adaptive behavioral outcomes and that the character of larger societal and school structures in which such groups are nested can moderate rank–behavior associations.



Brain on stress: How the social environment gets under the skin
Stress is a state of the mind, involving both brain and body as well as their interactions; it differs among individuals and reflects not only major life events but also the conflicts and pressures of daily life that alter physiological systems to produce a chronic stress burden that, in turn, is a factor in the expression of disease. This burden reflects the impact of not only life experiences but also genetic variations and individual health behaviors such as diet, physical activity, sleep, and substance abuse; it also reflects stable epigenetic modifications in development that set lifelong patterns of physiological reactivity and behavior through biological embedding of early environments interacting with cumulative change from experiences over the lifespan. Hormones associated with the chronic stress burden protect the body in the short run and promote adaptation (allostasis), but in the long run, the burden of chronic stress causes changes in the brain and body that can lead to disease (allostatic load and overload). Brain circuits are plastic and remodeled by stress to change the balance between anxiety, mood control, memory, and decision making. Such changes may have adaptive value in particular contexts, but their persistence and lack of reversibility can be maladaptive. However, the capacity of brain plasticity to effects of stressful experiences in adult life has only begun to be explored along with the efficacy of top-down strategies for helping the brain change itself, sometimes aided by pharmaceutical agents and other treatments.

Experience and the developing prefrontal cortex
The prefrontal cortex (PFC) receives input from all other cortical regions and functions to plan and direct motor, cognitive, affective, and social behavior across time. It has a prolonged development, which allows the acquisition of complex cognitive abilities through experience but makes it susceptible to factors that can lead to abnormal functioning, which is often manifested in neuropsychiatric disorders. When the PFC is exposed to different environmental events during development, such as sensory stimuli, stress, drugs, hormones, and social experiences (including both parental and peer interactions), the developing PFC may develop in different ways. The goal of the current review is to illustrate how the circuitry of the developing PFC can be sculpted by a wide range of pre- and postnatal factors. We begin with an overview of prefrontal functioning and development, and we conclude with a consideration of how early experiences influence prefrontal development and behavior.

Social information changes the brain
Social animals live in complex physical and social environments requiring them to attend and rapidly respond to social and environmental information by changing their behavior. A key social influence is rank or status, a ubiquitous element in animal societies. Rank typically regulates access to reproduction and other resources, among other consequences for individuals. Because reproduction is arguably the most important event in any animals’ life, understanding how reproduction is regulated by social status and related physiological factors can instruct our understanding of evolutionary change. This article reviews evidence from a model social system in which reproduction is tightly controlled by social status. Surprisingly, changes in social status have rapid and profound effects over very short time scales and radically alter overt behavior, as well as physiological, cellular, and molecular factors that regulate reproductive capacity.

Associations between early life adversity and executive function in children adopted internationally from orphanages
Executive function (EF) abilities are increasingly recognized as an important protective factor for children experiencing adversity, promoting better stress and emotion regulation as well as social and academic adjustment. We provide evidence that early life adversity is associated with significant reductions in EF performance on a developmentally sensitive battery of laboratory EF tasks that measured cognitive flexibility, working memory, and inhibitory control. Animal models also suggest that early adversity has a negative impact on the development of prefrontal cortex-based cognitive functions. In this study, we report EF performance 1 y after adoption in 2.5- to 4-y-old children who had experienced institutional care in orphanages overseas compared with a group of age-matched nonadopted children. To our knowledge, this is the youngest age and the soonest after adoption that reduced EF performance has been shown using laboratory measures in this population. EF reductions in performance were significant above and beyond differences in intelligence quotient. Within the adopted sample, current EF was associated with measures of early deprivation after controlling for intelligence quotient, with less time spent in the birth family before placement in an institution and lower quality of physical/social care in institutions predicting poorer performance on the EF battery.

Prenatal exposure to antidepressants and depressed maternal mood alter trajectory of infant speech perception
Language acquisition reflects a complex interplay between biology and early experience. Psychotropic medication exposure has been shown to alter neural plasticity and shift sensitive periods in perceptual development. Notably, serotonin reuptake inhibitors (SRIs) are antidepressant agents increasingly prescribed to manage antenatal mood disorders, and depressed maternal mood per se during pregnancy impacts infant behavior, also raising concerns about long-term consequences following such developmental exposure. We studied whether infants’ language development is altered by prenatal exposure to SRIs and whether such effects differ from exposure to maternal mood disturbances. Infants from non–SRI-treated mothers with little or no depression (control), depressed but non–SRI-treated (depressed-only), and depressed and treated with an SRI (SRI-exposed) were studied at 36 wk gestation (while still in utero) on a consonant and vowel discrimination task and at 6 and 10 mo of age on a nonnative speech and visual language discrimination task. Whereas the control infants responded as expected (success at 6 mo and failure at 10 mo) the SRI-exposed infants failed to discriminate the language differences at either age and the depressed-only infants succeeded at 10 mo instead of 6 mo. Fetuses at 36 wk gestation in the control condition performed as expected, with a response on vowel but not consonant discrimination, whereas the SRI-exposed fetuses showed accelerated perceptual development by discriminating both vowels and consonants. Thus, prenatal depressed maternal mood and SRI exposure were found to shift developmental milestones bidirectionally on infant speech perception tasks.

Effects of early intervention and the moderating effects of brain activity on institutionalized children's social skills at age 8
The present study examined the social skills of previously institutionalized, 8-y-old Romanian children from the Bucharest Early Intervention Project and the influence of attachment security and brain electrical activity (alpha power) on these skills. Participants included children randomized to an intervention involving foster care [Foster Care Group (FCG)], children randomized to remain in institutions [Care As Usual Group (CAUG)], and never-institutionalized children living with their families in the Bucharest community [Never-Institutionalized Group (NIG)]. A continuous rating of children’s attachment security to their primary caregiver was assessed at 42 mo of age. When children were 8 y old, teachers rated their social skills, and the children’s resting electroencephalogram alpha power was recorded. Teachers rated social skills of FCG children who were placed into foster care before 20 mo of age as no different from NIG children, and both of these groups were higher than CAUG children and FCG children placed after 20 mo. Electroencephalogram alpha power at age 8 significantly moderated the relations between attachment security and social skills. These findings characterize institutionalized children’s social skills in middle childhood within the context of a randomized intervention while highlighting the roles of both relational and biological factors in these developmental trajectories.

Conserved epigenetic sensitivity to early life experience in the rat and human hippocampus
Early life experience is associated with long-term effects on behavior and epigenetic programming of the NR3C1 (GLUCOCORTICOID RECEPTOR) gene in the hippocampus of both rats and humans. However, it is unlikely that such effects completely capture the evolutionarily conserved epigenetic mechanisms of early adaptation to environment. Here we present DNA methylation profiles spanning 6.5 million base pairs centered at the NR3C1 gene in the hippocampus of humans who experienced abuse as children and nonabused controls. We compare these profiles to corresponding DNA methylation profiles in rats that received differential levels of maternal care. The profiles of both species reveal hundreds of DNA methylation differences associated with early life experience distributed across the entire region in nonrandom patterns. For instance, methylation differences tend to cluster by genomic location, forming clusters covering as many as 1 million bases. Even more surprisingly, these differences seem to specifically target regulatory regions such as gene promoters, particularly those of the protocadherin α, β, and γ gene families. Beyond these high-level similarities, more detailed analyses reveal methylation differences likely stemming from the significant biological and environmental differences between species. These results provide support for an analogous cross-species epigenetic regulatory response at the level of the genomic region to early life experience.

Socioeconomic gradients in child development in very young children: Evidence from India, Indonesia, Peru, and Senegal
Gradients across socio-economic position exist for many measures of children's health and development in higher-income countries. These associations may not be consistent, however, among the millions of children living in lower- and middle-income countries. Our objective was to examine child development and growth in young children across socio-economic position in four developing countries. We used cross-sectional surveys, child development assessments, measures of length (LAZ), and home stimulation (Family Care Index) of children in India, Indonesia, Peru, and Senegal. The Extended Ages and Stages Questionnaire (EASQ) was administered to parents of all children ages 3–23 mo in the household (n =8,727), and length measurements were taken for all children 0–23 mo (n = 11,102). Household wealth and maternal education contributed significantly and independently to the variance in EASQ and LAZ scores in all countries, while controlling for child's age and sex, mother's age and marital status, and household size. Being in the fifth wealth quintile in comparison with the first quintile was associated with significantly higher EASQ scores (0.27 to 0.48 of a standardized score) and higher LAZ scores (0.37 to 0.65 of a standardized score) in each country, while controlling for maternal education and covariates. Wealth and education gradients increased over the first two years in most countries for both EASQ and LAZ scores, with larger gradients seen in 16–23-mo-olds than in 0–7mo-olds. Mediation analyses revealed that parental home stimulation activities and LAZ were significant mediating variables and explained up to 50% of the wealth effects on the EASQ.

Early environments and the ecology of inflammation
Recent research has implicated inflammatory processes in the pathophysiology of a wide range of chronic degenerative diseases, although inflammation has long been recognized as a critical line of defense against infectious disease. However, current scientific understandings of the links between chronic low-grade inflammation and diseases of aging are based primarily on research in high-income nations with low levels of infectious disease and high levels of overweight/obesity. From a comparative and historical point of view, this epidemiological situation is relatively unique, and it may not capture the full range of ecological variation necessary to understand the processes that shape the development of inflammatory phenotypes. The human immune system is characterized by substantial developmental plasticity, and a comparative, developmental, ecological framework is proposed to cast light on the complex associations among early environments, regulation of inflammation, and disease. Recent studies in the Philippines and lowland Ecuador reveal low levels of chronic inflammation, despite higher burdens of infectious disease, and point to nutritional and microbial exposures in infancy as important determinants of inflammation in adulthood. By shaping the regulation of inflammation, early environments moderate responses to inflammatory stimuli later in life, with implications for the association between inflammation and chronic diseases. Attention to the eco-logics of inflammation may point to promising directions for future research, enriching our understanding of this important physiological system and informing approaches to the prevention and treatment of disease.

Early childhood poverty, immune-mediated disease processes, and adult productivity
This study seeks to understand whether poverty very early in life is associated with early-onset adult conditions related to immune-mediated chronic diseases. It also tests the role that these immune-mediated chronic diseases may play in accounting for the associations between early poverty and adult productivity. Data (n = 1,070) come from the US Panel Study of Income Dynamics and include economic conditions in utero and throughout childhood and adolescence coupled with adult (age 30–41 y) self-reports of health and economic productivity. Results show that low income, particularly in very early childhood (between the prenatal and second year of life), is associated with increases in early-adult hypertension, arthritis, and limitations on activities of daily living. Moreover, these relationships and particularly arthritis partially account for the associations between early childhood poverty and adult productivity as measured by adult work hours and earnings. The results suggest that the associations between early childhood poverty and these adult disease states may be immune-mediated.

Leveraging the biology of adversity to address the roots of disparities in health and development
Extensive evidence that personal experiences and environmental exposures are embedded biologically (for better or for worse) and the cumulative knowledge of more than four decades of intervention research provide a promising opportunity to mobilize evolving scientific insights to catalyze a new era of more effective early childhood policy and practice. Drawing on emerging hypotheses about causal mechanisms that link early adversity with lifelong impairments in learning, behavior, and health, this paper proposes an enhanced theory of change to promote better outcomes for vulnerable, young children by strengthening caregiver and community capacities to reduce or mitigate the impacts of toxic stress, rather than simply providing developmental enrichment for the children and parenting education for their mothers.


martes, 27 de noviembre de 2012

La cultura zombie como reflejo de la sociedad

The Walking Dead - fuente de la imagen screenrant

Hace ya un tiempo que leí a Levi-Strauss y sus análisis de los mitos como un modo de analizar las estructuras sociales de la cultura en la que se desarrollan esos mitos. Desde entonces me ha resultado interesante ver desde ese punto de vista los mitos de la sociedad occidental en la que vivimos y destriparlos para ver qué dicen de nosotros.

Hoy, poniéndome al día de los blogs que suelo leer he encontrado un artículo muy interesante en el que trata el fenómeno de la cultura zombie desde un punto de vista similar. Gran parte del artículo se basa en el trabajo From Voodoo to Viruses: The Evolution of the Zombie in Twentieth Century Popular Culture, en el que habla de la evolución de los zombies, desde la tradición haitiana, pasando por George Rodriguez y su peícula La noche de los muertos vivientes en el 68 hasta nuestros días.

Es interesante ver como a través del tiempo los zombies han ido asimilando los miedos de cada generación. En el film de Rodriguez los zombies vienen del espacio, en Day by Day Armageddon surgen de un escape nuclear y en el Retorno de los Muertos Vivientes es un escape de gas militar.

Los zombies de hoy en día son muy diferentes. Se transmite por infección, e incluso hay una diferencia en las películas según si son "zombies" o "infectados" por las características del zombie. En un mundo en el que puedes cambiar de continente 3 veces al día, una infección global es el miedo más común de fondo en la población. No hay más que recordar los ataques episódicos de pánico global y gente con mascarillas en aeropuertos por la gripe X (X = aviar, porcina, etc.).


También el post comenta la diferencia de los zombies con otras culturas pop anteriores, como los vampiros. No necesitas a dios para matar un zombie, lo que en una sociedad cada vez más laica y humanista se transforma en que los zombies son inmunes a cruces, agua bendita y estacas bendecidas. Este sería otro ejemplo de como la cultura moldea sus mitos y de como analizándolos se pueden conocer aspectos de la sociedad que los crea y donde evolucionan.

Como veis, no hay referencias a cruces ni agua bendita en la guía de supervivencia

No he podido leerme aún el trabajo completo que nombraba al principio, pero me parece muy interesante la evolución de la que habla y el análisis que hace del fenómeno zombie en varios ámbitos de la cultura, como películas, videojuegos o literatura.


ResearchBlogging.orgTwohy, M (2008). From Voodoo to Viruses: The Evolution of the Zombie in Twentieth Century Popular Culture Trinity College London

sábado, 10 de noviembre de 2012

¿De la cerveza a la agricultura?

Hace unos años tuve la suerte de visitar (como un turista más) uno de los asentamientos más antiguos e interesantes que se han encontrado hasta la fecha. Se trata de Göbekli Tepe, o el monte barrigudo, aunque por los artículo que voy a presentar hoy, es posible que esa tripa sea cervecera.


El artículo se titula "The role of cult and feasting in the emergence of Neolithic communities. New evidence from Göbekli Tepe, south-eastern Turkey". En él se presentan dos temas importantes.

El primero de ellos es la descripción del tipo de comunidad que habitaba el lugar. El sitio está ubicado en lo alto de un monte y parece haber sido el lugar de reunión de tribus de colectores-recolectores del neolítico pre-cerámico (Pre-Pottery Neolitic) que compartían la misma cultura, también encontrada en otros yacimientos de Turquía y Siria. Los dibujos en piedra que se han encontrado parecen describir rituales mágico-religiosos, danzas y animales presentes en la zona, sobre todo serpientes, escorpiones, jabalíes, ciervos y pájaros.

Este tipo de reuniones de tribus de cazadores-recolectores se da también en sociedades de cazadores-recolectores actuales, en las que se puede observar una estacionalidad de la cohesión social con periodos dispersos y otros más cohesionados en lo que se exhibe una mayor religiosidad. Estos ciclos vienen dados por la estacionalidad de los medios de producción. En este caso, una sociedad de cazadores-recolectores entre el Tigris y el Eufrates seguramente tendrían una gran dependencia de los recursos que tuviesen disponibles, tanto de caza y pesca como de vegetales salvajes que pudiesen encontrar.

A su vez, el hecho de que almacenasen alimentos (cosa sobre la que volveremos después) nos da pistas sobre el tipo de organización social que también comenta en el artículo. En sociedades actuales de cazadores-recolectores con un uso diferido de los recursos aparecen "acumuladores" o "grandes hombres" que hacen que el grupo compita con otros grupos en demostraciones de recursos comunales en forma de festivales. Ejemplos de esto los tenemos en los potlatchs de América del Norte o en los mumi de las Islas Salomon.

Es posible que en estas reuniones fuesen demostraciones de poder en forma de festivales de los grandes hombres de las bandas que formaban la tribu, lo que podría explicar de dónde salió la organización y la fuerza de trabajo necesaria para trasladar los monolitos a la cima de la montaña o incluso a quién representan. También nos da pistas de la posible estratificación social de esta sociedad.

Y aquí es donde viene el segundo punto interesante del articulo. En las excavaciones han encontrado unas bañeras de piedra en unas habitaciones que podrían haber servido de cocina. Entre los restos de la excavación han encontrado restos de cereales salvajes, como el trigo y la cebada. Esto ha hecho surgir de nuevo una pregunta que surgió ya en 1953 en el ‘Braidwood Symposium’. ¿La agricultura surgió para producir pan o cerveza?

En principio parece más sencillo llegar al descubrimiento de la cerveza que la del pan. Sólo tienes que dejar cereal con agua y dejar que fermente. Los efectos son mucho más divertidos que con el pan, más calóricos, eliminas el problema de la intolerancia al gluten, se conserva mejor y más tiempo y además, quitas también el sabor amargo que tienen los cereales salvajes a diferencia de los domesticados. En sociedades antiguas como en el Egipto faraónico se utilizaba la cerveza para pagar a los trabajadores, por lo que nos puede dar una idea del valor de este producto en la antigüedad.

Los autores han tratado encontrar trazas de oxalatos en los recipientes de piedra que se cree que habían servido para producir cervezas primitivas, pero los resultados no han sido concluyentes. En algunos casos fueron positivos y en otros negativos, por lo que tendremos que esperar a pruebas más precisas o nuevos descubrimientos.

Es una pena que los resultados no hayan sido concluyentes, sin embargo, la presencia en la zona y en el yacimiento de restos de cereales salvajes y las ventajas que aporta la cerveza nos devuelve a la pregunta de qué fue antes, ¿el pan o la cerveza?

ResearchBlogging.orgOliver Dietrich, Manfred Heun, Jens Notroff, Klaus Schmidt and Martin Zarnkow (2012). The role of cult and feasting in the emergence of Neolithic communities. New evidence from Göbekli Tepe, south-eastern Turkey Antiquity

jueves, 1 de noviembre de 2012

El efecto de la cultura en la locura

Imaginemos dos personas en diferentes partes del mundo, una en Estados Unidos y otra en India. Las dos escuchan voces en su interior, pero ¿dicen lo mismo? ¿Afecta la cultura a la forma en la que se manifiesta la esquizofrenia?

Según una conferencia en la ‘Culture, Mind and Brain conference’ celebrada en Los Angeles parece que sí. La charla se titula Hearing Voices in Accra and Chennai: How Culture Makes a Difference to Psychiatric Experience y presenta el trabajo de Tanya Luhrmann con pacientes diagnosticados con esquizofrenia según el DSM en tres culturas diferentes, USA, Ghana e India.


Todos ellos escuchaban voces, pero tanto las características de las mismas, como lo que decían cambiaba sustancialmente. Las voces americanas solían ser negativas y asociadas a la enfermedad diagnosticada. Las africanas estaban asociadas a dios, y en muchos casos eran voces buenas que les ayudaban a actuar correctamente y en el caso indio eran voces muchas veces de sus antepasados y que les decían cómo actuar correctamente en la sociedad, en algunas de forma bastante obscena e incluso graciosa.

Lo interesante de esto es que todos ellos parecen estar bajo el mismo fenómeno, pero la manifestación del mismo cambia según la sociedad. Es muy interesante ver cómo en algunas situaciones estas voces pueden ser incluso beneficiosas para el individuo, como en algunos casos africanos o indios, que los atribuyen a un dios o a un antepasado con voces positivas. Eso podría darnos alguna pista de cómo esta condición puede haber subsistido a lo lago de la historia de la humanidad, ya que al tener un gran componente hereditario, debe haber tenido alguna utilidad o haber dado algún beneficio para el que la padece, ya que de lo contrario, de ser un coste neto en toda situación, hubiese sufrido una selección negativa y hubiese desaparecido.

Tenéis más información sobre la charla en uno de los blogs de PLoS ONE.

Como habéis podido ver, he bajado el ritmo de publicaciones, en parte debido a que mis estudios de antropología me están ocupando parte del tiempo que tenía destinado a esto. De todas formas, este pequeño descanso de publicación espero que sirva para poder seguir escribiendo con un fondo más sólido y tener artículos cada vez con más chicha.