Hace ya un tiempo escribí un artículo sobre si elegir bandoleras o carritos para bebés, especialmente en los primeros meses.
Hoy he visto un artículo que han publicado en uno de los blogs de Psychology Today titulado "¡Trata a tu hijo como a un mono!" en el que hablan del escenario evolutivo en el que se debió llevar a cabo esta adaptación que tienen los bebés humanos de calmarse cuando son cogidos en brazos y de por qué odian los carros.
También es interesante la segunda parte del artículo, en la que habla de como el ruido ayuda a dormir a los bebés más que el silencio. La explicación a este fenómeno es que la naturaleza no es silenciosa, y por ello un ambiente con ruido es un ambiente sin peligro. En el experimento, el 80% de los niños se durmieron antes de 5 minutos de estar escuchando ruido blando mientras que sólo el 25% se durmió tras 5 minutos de silencio.
Esta es otra de las lecciones que la psicología evolucionista puede dar a los nuevos padres. Si quieres dormir más por las noches, coge a tu hijo y ponle ruido blanco (o música tranquila, que igual se te hace más llevadero).
jueves, 23 de febrero de 2012
lunes, 6 de febrero de 2012
Biología de la personalidad
Como ya comenté en el artículo sobre la teoría de la señalización, la antropología y la psicología evolucionista nos ayudan a entender cómo funciona el marketing y la sociedad consumista en la que vivimos. En ese artículo introduje el concepto de los 5 grandes rasgos de la personalidad y ya adelanté que eran muy importantes por dos motivos importantes:
La creatividad, el pensamiento fantástico o la curiosidad por culturas externas nos da también pistas sobre su grado de apertura. Además, podemos tratar de encontrar ciertas microexpresiones de asco social para detectar el nivel de aceptación de nuevas costumbres, culturas o personas como signo de baja apertura.
- Son relativamente estables a lo largo de toda la vida
- Son hereditarios
¿Pero por qué son estables y hereditarios?
Porque estos rasgos son la manifestación externa de una serie de factores genéticos y físicos tanto de nuestro cuerpo como de nuestro cerebro (por cierto, ¿hay diferencia entre cuerpo y cerebro?). En este artículo (prometí que sería más técnico que otros y aviso que será largo, aunque muy interesante) intentaré dar pistas sobre las bases biológicas de cada rasgo y a su vez intentaremos ver qué otras cosas nos puede decir ese rasgo de la persona que lo muestra. ¿Comenzamos?
Apertura
Este rasgo está intensamente vinculado con el sistema inmune comportacional del que hablamos en el artículo sobre el racismo. Cuanto más comprometido tengamos el sistema inmune, menos apertura mostraremos. Esto puede cambiar en el tiempo ligeramente como pasa en el caso de las mujeres embarazadas, que tienen el sistema inmune comprometido. Estos comportamientos están asociados a la emoción social del asco, que tiene su base de actividad en una región del cerebro llamada cortex insular.
Lo interesante con esta parte del cerebro es que también interviene en otras actividades importantes, ya que es parte de los centros somatosensoriales del cerebro. Es aquí donde el cerebro "siente" los órganos internos, donde el cuerpo se siente a sí mismo.
Goeffrey Miller en Spent habla de que este rasgo de la personalidad está íntimamente ligado al pensamiento creativo e inclusivo. Esto se debería a que individuos con altos niveles de defensas tendrían un bajo sistema inmune coportacional, lo que les mantendría abiertos a otras culturas, costumbres e ideas. Este tipo de pensamientos inclusivos sería la causa por la que la apertura está directamente relacionada con la inteligencia y la creatividad.
Además, los individuos con alta apertura tienen un mayor pensamiento fantástico y creativo. Esto, según nos cuenta Michael Shermer en su libro The Believing Brain estaría relacionado también con una menor sensación de propia agencia (con base en el córtex insular), lo que llevaría a que en casos extremos se llegue a esquizotipias y psicosis, en los que la persona identifica como ajenos pensamientos propios.
También en el otro extremo personas con el sistema inmune comprometido y baja apertura tenderán a comportamientos que promuevan la protección de su grupo social, más tradicionalistas y etnocentristas.
Hay ciertos comportamientos en las personas que nos pueden dar pistas sobre su nivel de apertura. Por ejemplo, costumbres como la decoración corporal (piercings, tatuajes, escarcificaciones...) son una forma de señalizar en muy diversas culturas que eres capaz de realizarte heridas en la piel sin perjudicar tu salud, lo que para un sistema inmune comprometido podría resultar en infección y peligro de enfermedad.
En otro ámbito, Miller también habla del uso de ciertas drogas alucinógenas o el gusto por ciertas formas de arte no convencional como una forma de mostrar grados elevados de apertura y a la vez alto grado de estabilidad mental, ya que habría un mecanismo por el cual la cantidad e intensidad con la que nos involucramos en pensamientos fantásticos o extraños estaría relacionada con nuestra capacidad para tolerarlos dentro de la normalidad y sin caer en psicosis o esquizofrenias. Es similar al ejemplo del Ferrari. Sólo lo tienen los que pueden pagarlo, al igual que sólo le gustan las películas de Lars Von Trier a aquellos que pueden verlas sin sentir que se van a volver locos.
La creatividad, el pensamiento fantástico o la curiosidad por culturas externas nos da también pistas sobre su grado de apertura. Además, podemos tratar de encontrar ciertas microexpresiones de asco social para detectar el nivel de aceptación de nuevas costumbres, culturas o personas como signo de baja apertura.
Responsabilidad
Este rasgo estaría asociado a los procesos de aprendizaje y condicionamiento, y por tanto dependientes de la dopamina (transportadores, sensibilidad, receptores, reabsorción...). En los dos extremos de la escala tenemos por un lado los transtornos obsesivos-compulsivos (TOC) y por otro los transtornos de la atención e hiperactividad (ADHD). Ambos parecen estar relacionados con procesos relacionados (TOC y ADHD) con este neurotransmisor.
A su vez, este rasgo también parece estar relacionado con la actividad del córtex prefrontal. Esta parte del cerebro es la que modula e inhibe comportamientos impulsivos, lo que ayudaría a llevar a cabo tareas que requieren tiempo, paciencia y atención para ser terminadas.
Al igual que con la apertura podemos encontrar señalizaciones de todo tipo. Desde mascotas que requieren cuidados continuos (sacarlas de paseo, peinarlas, vacunarlas, ponerles comida a todas horas...), manualidades complejas, objetos que requieran un alto mantenimiento y sean frágiles... Al igual que en el caso anterior, estas personas deben ser capaces de mostrar estos rasgos complejos sin llegar a la obsesión, ya que en ese caso sería un rasgo dañino para su condición y sería evaluado como tal por otros.
Este es un rasgo que seguramente te gustaría encontrar en un nuevo empleado o si estás buscando un buen padre para tus hijos (o al menos que cuide de los que tú tengas, sean o no suyos).
Amabilidad
Este rasgo es especialmente interesante, ya que tiene mucho que ver con la selección sexual. Este rasgo está relacionado inversamente con la testosterona. A más testosterona, menos amabilidad. Esto hace que los hombres presenten menos amabilidad que las mujeres... Pero ¿por qué?
La testosterona afecta a la competencia por posibles parejas reproductivas. A más testosterona, más comportamientos dominantes, más confrontaciones intrasexuales y más gasto notable (no necesario) se realizará. Las personas con menos amabilidad suelen creer en sistemas meritocráticos (cada uno tiene lo que se merece) que serían los mismos en los que se basan las competiciones deportivas (las cuales son una forma fiable y sin coste de condición (heridas o muerte) para competir por posición social y reproductiva). A su vez, esto implica comportamientos extremos más narcisistas y antisociales, perjudicando la colaboración y los comportamientos de grupo.
Por otro lado, hay momentos en la vida del hombre en los que la testosterona disminuye y este rasgo aumenta. Por ejemplo, las lágrimas de las mujeres incrementan los niveles de oxitocina, bajando los de testosterona. Ser padre, también. Esto estaría relacionado con la necesidad de disminuir los niveles de agresividad en este tipo de escenarios evolutivos (no queremos que el recién padre haga daño al bebe cuando no le deje dormir por las noches, ¿no?).
Por otro lado, la oxitocina nos hace ser más sociables, más empáticos y más colaborativos. Como podemos ver, esto tiene mucho que ver con la teoría de la mente de la que hemos hablado ya en otros artículos. También cambia los sistemas de meritocráticos a igualitarios, donde el altruismo nivela las desigualdades en el grupo social.
A partir de esto, podemos empezar a identificar marcadores de testosterona y señalizadores de competitividad, altruismo, cooperación, narcisismo o agresividad para inferir la personalidad de quien tenemos en frente.
También podemos utilizar las microexpresiones, ya que el desprecio puede aparecer en escenarios en los que no se siguen las reglas establecidas o cuando en un sistema meritocrático se detecta que alguien posee una posición o título que no merece.
También podemos utilizar las microexpresiones, ya que el desprecio puede aparecer en escenarios en los que no se siguen las reglas establecidas o cuando en un sistema meritocrático se detecta que alguien posee una posición o título que no merece.
Estabilidad
Si la amabilidad no era cosa de hombre, la estabilidad no es cosa de mujeres. Este rasgo sería más bajo en mujeres que en hombres y reflejaría el grado de necesidad de control sobre el entorno y estaría basado en la serotonina (igual que la dopamina para la responsabilidad, no sólo en cantidad, sino sensibilidad, transportadores, reabsorción, etc.).
En el libro The Believing Brain, Shermer nos habla de como el nivel de ansiedad está relacionado con esta necesidad de control y como niveles altos de ansiedad hacían que el umbral de reconocimiento de patrones en ruido aleatorio bajase. Esto hace que se detecten patrones que en condiciones de reposo no se verían, lo que puede llevar a falsos positivos.
Este es un mecanismo que según la psicología evolucionista parece haber surgido en entornos en los que el hombre (o sus ancestros evolutivos) convivían con depredadores. Esto hacía que posibles patrones (ruidos, movimientos de hojas, figuras o siluetas entre la maleza, etc.) pudiesen ser señales de la presencia de un depredador. En estado de alerta (=estrés), el umbral que distingue estas señales del ruido disminuiría, lo que nos haría más propensos a encontrar patrones. Los falsos positivos en estos casos tendrían un bajo coste (correr un rato) comparados con los riesgos de cometer un falso negativo (ser comido).
A su vez, este umbral modifica el mecanismo para reconocer errores que está localizado en el ACC (Anterior Cingulate Cortex). Esto estaría relacionado con lo que hablábamos hace ya unos meses de las disonancias cognitivas y los dos hemisferios del cerebro, dando lugar a racionalizaciones, auto-engaños, negaciones, etc.
Este rasgo parece estar también asociado con la actividad del córtex prefrontal izquierdo, que según Iain McGilchrist en El Maestro y su Emisario, modula los niveles de atención focalizada. Trastornos extremos de este rasgo, como algunos tipos de depresión, están asociados a actividad anormal en esta parte del cerebro.
Como ya hemos hablado, las mujeres tienden a tener menos estabilidad que los hombres, aunque podemos ver pistas de este rasgo en muchas personas. Reconocimientos de patrones, como el horóscopo, creer en el destino, supersticiones o situaciones de racionalización y autoengaño nos dirán que es una persona con baja estabilidad. También muestras de estrés, depresión o en casos extremos, paranoias (en las que el reconocimiento de patrones es ubicuo) pueden darnos pistas de este rasgo de la personalidad.
Extroversión
Este rasgo lo que nos va a definir es la intensidad de las señalizaciones que realiza y su interacción con el resto de personas. Parece ser que no hay una hormona clara que defina esta personalidad. Hay estudios que la relacionan con la dopamina, otros en según que entornos con la testosterona y otros incluso con la bi-simetría y la apertura (2).
Este rasgo nos va a dar una idea de cuánto gasto extra va a hacer la persona en otros rasgos de la personalidad con la intención de señalizarlo. Esto es interesante, ya que para el marketing se busca a este tipo de personas. Son los que se gastan 600€ en el nuevo iPad, pasan horas y horas haciendo un barco con palillos, corren maratones, se han leído todos los libros del señor de los anillos y van a ir disfrazados de enanos a ver El Hobbit o llevan colgadas una cruz o una pulsera con su gema del signo del zodiaco.
Suelen ser los que se gastan más tiempo y energía (y en ocasiones dinero) en señalización. Por ello son un gran mercado para nuevos productos, ya que son los early-adopters. Los que se compran el último móvil antes de que salga en España, los que se bajan el último libro de Canción de Hielo y Fuego antes de que sea traducido o ven las series en inglés sólo porque quieren verlas un día antes.
¿Y ahora qué?
Después de este artículo, ya puedo introducir en los siguientes estos conceptos y utilizarlos. Prometo nuevos artículos interesantes. Entre ellos estoy pensando en una serie: "Destripando a Disney", en la que analizaré desde un punto de vista antropológico y de psicología evolucionista diferentes películas de Disney. ¿Alguna petición especial o sugerencia?