En psicología evolucionista parece que hay una obsesión con el sexo, pero no es para menos. Cada uno de los sexos tiene diferentes costes de reproducción o inversión parental mínima, lo que define en cada ecosistema unas estrategias que maximizan el éxito reproductivo de un individuo dependiendo de su sexo, su condición, su posición social, su valor reproductivo, etc. Esto hace que se generen diferentes relaciones entre sexos, clases sociales, edades, generaciones, etc. en diferentes sociedades.
Esto está muy bien en el papel, pero para probarlo hay que diseñar experimentos y los hay de muchos tipos, desde las encuestas a los experimentos en los que los objetos de estudio no conocen el propósito real del experimento. Sin embargo, la mayoría de ellos se llevan a cabo en el entorno controlado y estéril de un laboratorio.
El laboratorio presenta un problema fundamental: no es un entorno real, por lo que es posible que los módulos mentales que deberían funcionar no lo hagan o lo hagan de una manera diferente, ya que muchos de ellos dependen del contexto.
Pongamos un ejemplo: En biología y antropología ha habido un largo debate sobre si la ovulación femenina humana era oculta o visible. A primera vista, las mujeres humanas no muestran los rasgos que muestran otros homínidos durante periodo fértil, como una inflamación de los pechos, ya que en los humanos esto es permanente una vez pasada la pubertad de la mujer. Supongamos que diseñamos un experimento en el que ponemos a un grupo de hombres en un laboratorio y les presentamos otro grupo de mujeres para que adivinen cuál de ellas está ovulando. ¿Esto podría funcionar? Lo más probable es que no, ya que si existe un módulo evolutivo en el hombre como adaptación a la ocultación de la ovulación de la mujer, no tiene por qué ser a nivel consciente.
Geoffrey Miller pensó en eso y decidió irse a clubs de striptease a preguntar a las bailarinas cuantas propinas recibían a lo largo de un mes. Con este artículo consiguió dos cosas. La primera fue que consiguió el Ig Nobel Prize 2008 que se da a los descubrimientos científicos más inusuales y triviales, y el segundo fue que probó que las bailarinas recibían más dinero en periodos de ovulación que cuando no eran fértiles. Esto, y ahora le voy a llevar la contraria a los Ig Nobel, no me parece nada trivial, ya que cuestiona la ocultación de la ovulación femenina y demuestra la discriminación (al menos inconsciente) por parte de los hombres de periodos de fertilidad en la mujer, sobre todo en un comportamiento puramente de cortejo como es el intercambio de dinero por sexo (en este caso, lap-dance).
Otro ejemplo de experimento en lugares en los que tu novia/mujer no se creería la excusa de "no es lo que parece, cariño, es un experimento científico", es el que el neuroescéptico denomina "el mejor experimento de todos los tiempos". Esta vez en lugar de elegir un club de striptease han escogido como entorno real del experimento un sex-club donde los socios van a realizar intercambios sexuales libres, solos o en pareja.
Laexcusa hipótesis que se quería probar era si los hombres que mantienen relaciones sexuales tienen mayores niveles de testosterona que los que solo miran. El resultado fue positivo, lo que tiene importantes implicaciones, ya que esta hormona afecta a ciertos rasgos de la personalidad y al comportamiento de la persona.
Así que ya sabéis, si sois un departamentos de psicología o antropología y estáis faltos de estudiantes que os ayuden a llevar a cabo los experimentos, igual tenéis que replantear el enfoque y buscar algo más "de campo"...
Miller, G., Tybur, J., & Jordan, B. (2007). Ovulatory cycle effects on tip earnings by lap dancers: economic evidence for human estrus?☆ Evolution and Human Behavior, 28 (6), 375-381 DOI: 10.1016/j.evolhumbehav.2007.06.002Esto está muy bien en el papel, pero para probarlo hay que diseñar experimentos y los hay de muchos tipos, desde las encuestas a los experimentos en los que los objetos de estudio no conocen el propósito real del experimento. Sin embargo, la mayoría de ellos se llevan a cabo en el entorno controlado y estéril de un laboratorio.
El laboratorio presenta un problema fundamental: no es un entorno real, por lo que es posible que los módulos mentales que deberían funcionar no lo hagan o lo hagan de una manera diferente, ya que muchos de ellos dependen del contexto.
Pongamos un ejemplo: En biología y antropología ha habido un largo debate sobre si la ovulación femenina humana era oculta o visible. A primera vista, las mujeres humanas no muestran los rasgos que muestran otros homínidos durante periodo fértil, como una inflamación de los pechos, ya que en los humanos esto es permanente una vez pasada la pubertad de la mujer. Supongamos que diseñamos un experimento en el que ponemos a un grupo de hombres en un laboratorio y les presentamos otro grupo de mujeres para que adivinen cuál de ellas está ovulando. ¿Esto podría funcionar? Lo más probable es que no, ya que si existe un módulo evolutivo en el hombre como adaptación a la ocultación de la ovulación de la mujer, no tiene por qué ser a nivel consciente.
Geoffrey Miller pensó en eso y decidió irse a clubs de striptease a preguntar a las bailarinas cuantas propinas recibían a lo largo de un mes. Con este artículo consiguió dos cosas. La primera fue que consiguió el Ig Nobel Prize 2008 que se da a los descubrimientos científicos más inusuales y triviales, y el segundo fue que probó que las bailarinas recibían más dinero en periodos de ovulación que cuando no eran fértiles. Esto, y ahora le voy a llevar la contraria a los Ig Nobel, no me parece nada trivial, ya que cuestiona la ocultación de la ovulación femenina y demuestra la discriminación (al menos inconsciente) por parte de los hombres de periodos de fertilidad en la mujer, sobre todo en un comportamiento puramente de cortejo como es el intercambio de dinero por sexo (en este caso, lap-dance).
Otro ejemplo de experimento en lugares en los que tu novia/mujer no se creería la excusa de "no es lo que parece, cariño, es un experimento científico", es el que el neuroescéptico denomina "el mejor experimento de todos los tiempos". Esta vez en lugar de elegir un club de striptease han escogido como entorno real del experimento un sex-club donde los socios van a realizar intercambios sexuales libres, solos o en pareja.
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Así que ya sabéis, si sois un departamentos de psicología o antropología y estáis faltos de estudiantes que os ayuden a llevar a cabo los experimentos, igual tenéis que replantear el enfoque y buscar algo más "de campo"...