Esto me hizo pensar en como, cuando escuchamos música automáticamente seguimos el ritmo con la cabeza, los pies, nos ponemos a bailar... ¿Por qué pasa esto?
La música es un elemento social. Hace siglos, cuando no había manera de grabar la música y volverla a reproducir, las canciones se transmitían de manera tradicional (quitando las partituras clásicas y eclesiásticas). La música formaba parte de las pequeñas sociedades rurales y cada pueblo tenía sus propias coplillas, canciones e incluso instrumentos. Esto definía de donde eras, a donde pertenecías. Al igual que a nivel social, la música también se ha utilizado para crear naciones mediante himnos, para unir ejércitos o para identificarse con ideales políticos.
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Con la llegada de la radio y los discos de vinilo llegó la primera diversificación musical. Desde los años 20 y 30 la música podía viajar, transportarse más allá de donde el músico podía llegar. Podíamos escuchar a Charlie Patton, Robert Jonhson y a Ray Charles incluso cuando ellos nunca llegaron a pisar mi ciudad ni vivir al mismo tiempo que yo. En ese momento la música pasó de ser una forma de identificación geográfica y local a una forma de identificación de estilos de vida. Cuando alguien escuchaba a Little Richard era porque le gustaba el Rock&Roll y lo que ello implicaba.
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El siguiente paso vino con las cintas de cassette. En ese momento uno podía juntar en una misma cinta canciones de diferentes grupos y discos y crear su propia colección de música que le identificaba. Un poco de blues, un poco de new age, un poco de rock... La música entonces pasaba a una nueva dimensión de un plano social al personal. Además, se diversificó el conocimiento musical que la gente tenía. Pasamos de un Lennon y McCartney de 15 años corriendo de un lado a otro de Liverpool para que otro joven les enseñase a hacer un La 7º a jóvenes que tras conocerse lo primero que hacían era grabarse recopilaciones de música para ampliar su universo musical.
El siguiente paso es donde estamos ahora. La música ya no sólo una forma de identificación local, social, o personal. Ahora escuchamos para crear nuestro propio contenido. Ahora quizás es el momento de la historia en el que más contenidos se crean y distribuyen de manera totalmente gratuita y desinteresada. La gente ya no sólo escucha música para identificarse, sino para expresarse. Además, cada vez menos escuchamos la música impuesta por los medios y más exploramos a autores independientes con los que es más fácil identificarnos.
La música no va a desaparecer como muchos creen que va a pasar "por culpa de internet". Al contrario. Por culpa de internet, la música está más viva que nunca. Al haber más variedad y al identificarnos cada vez menos con los productos artificiales que se nos presentan, los artistas y los ciudadanos de a pie cada vez creamos por nosotros mismos más y más música y contenidos.
¿Cuál es el futuro de la música? Posiblemente dentro de unas décadas dejaremos de tener productos artificiales y las discográficas tendrás que invertir cada vez más tiempo y dinero en encontrar en la propia red a los mejores artistas, a aquellos que mejor conecten con la gente y, posiblemente, sin poder ofrecerles una vida de artista como ahora la conocemos y tener que ganarse el pan mediante conciertos en directo y actuaciones cada vez más interesantes y trabajadas.
Sinceramente, espero que llegue este nuevo modelo. Será bueno para la música, para la creatividad y para la cultura. La diversidad y el intercambio de ideas ha sido siempre positivo para la creación de nuevos materiales y contenidos, y el intercambio en internet de todo tipo de cultura es un hecho que no puede ni detenerse ni obviarse.