viernes, 28 de marzo de 2014

El origen Acadio de Noé


El otro día me sorprendió ver que habían hecho una superproducción de... Noé. A parte de venirme a la cabeza la cantidad de creacionistas que estarán ya comprando palomitas y haciendo fila para ver en la gran pantalla la recreación de uno de sus capítulos favoritos del antiguo testamento, recordé que no hace mucho tuve la oportunidad de hacerme con un ejemplar de la Epopeya de Gilgamesh, relato en el que aparece una referencia al origen de ese mito judeo-cristiano. Pero empecemos por un principio. 

Hace muchos años que leí la historia de George Smith, un conservador del Museo Británico que traduciendo unas tablillas encontradas en Nínive (en la actual Irak) descubrió un pasaje que parafraseaba literalmente el momento del regreso de la paloma al arca tras el diluvio. Esto fue un shock en esa época, el 1872, ya que implicaba que el relato de la Biblia (la palabra de dios) no era "original", sino que la habían tomado prestada y adaptado de los babilonios. 

¿Cuál es el origen del mito? 

La versión más antigua de la Epopeya de Gilgamesh que se conoce data del 1.700 aC y está escrita en acadio, del que el babilonio es un dialecto, y es conocida como la versión paleobabilónica. 

¿Entonces, es Gilgamesh el Noe babilónico? 

Eso es lo que yo pensaba antes de leerme la epopeya, pero no es así. El relato cuenta la historia de un rey de Uruk, una ciudad-estado amurallada mesopotámica, que pierde a su mejor amigo después de haber tenido grandes aventuras. Su muerte le desespera de tal forma que viaja al inframundo en busca de la única persona mortal que había conseguido la inmortalidad. Esta persona es Utnapishtim (en adelante Uti), rey de la antigua Shuruppak (también llamado Ziusudra en otras fuentes). 

'Uti' tiene su propio poema épico, el Atrahasis, que se resume en la epopeya de Gilgamesh cuando este le visita y le pregunta cómo le fue concedida la inmortalidad por parte de los dioses. Es este personaje, 'Uti' o Atrahasis quien fue avisado por el emir de los dioses que se acercaba un diluvio que pretendía acabar con la humanidad, quien construyó un arca donde metió a una pareja de todos los animales y quien mandó una paloma para encontrar tierra firme. Al secarse la tierra, hizo una ofrenda a los dioses. Estos estaban exhaustos y muertos de hambre, ya que para sobrevivir necesitaban las ofrendas de los mortales. La supervivencia de Uti y sus ofrendas habían salvado a los dioses de pasar hambre y por ello le concedieron a él y a su mujer la inmortalidad. 

El personaje de Uti tiene cierta sorna. Cuando Gilgamesh le pregunta cómo puede convertirse en inmortal, le pide que para ello pase despierto sin dormirse durante 7 días, ya que dormir es lo más parecido a estar muerto (sería interesante el estudio simbólico de esto pero para otra ocasión...). Gilgamesh se sienta para esperar y al poco se queda dormido (Ohhhh!!!!). Para convencer a Gilgamesh que se había dormido le pide a su mujer (también inmortal) que haga un pan por cada día que pasa dormido. Al despertarse había 7 panes. 

Gilgamesh se lamenta y Uti le da una segunda oportunidad. No le da la inmortalidad pero le indica como conseguir una planta que rejuvenece a quien la toma. Gilgamesh la consigue, pero no la prueba en sí mismo, sino que quiere primero llegar a Uruk y probarla con un anciano. En el camino de vuelta a su ciudad para a bañarse en un lago y una serpiente le roba la planta de la juventud... (hay que ser gilip...) 

En fín. El gran rey de 'Uruk la amurallada',  el heroe que mató al temible monstruo del bosque, que acabó con el toro sagrado enviado por Ishtar para acabar con él y con su amigo, el hombre más fuerte de la antigua mesopotamia... no es capaz de quedarse despierto ni unos minutos y encima pierde tontamente la planta que le haría casi-inmortal. Un desastre... o no. Quizás hay en todo ello una lección moral sobre el destino inmutable de los mortales, la inevitabilidad de la muerte y la inutilidad de tratar de luchar contra el paso del tiempo. El único hombre que podría haberla logrado, el gran Gilgamesh, no consiguió su objetivo, pese a estar cerca. 

El relato del poema de Atrahasis o su resumen en la epopeya de Gilgamesh seguramente habría sido adoptado por los judíos exiliados en Babilonia desde el 589 aC e incluída en la compilación de Esdras y Nehemías de lo que se convirtió en la Torá tras la salida de Bablionia. No es quizás lo único. Cuando los dioses crean al amigo de Gilgamesh, lo hacen a partir de barro, igual que en el Génesis se crea a Adán. 

Así pues, cuando veo a un Russell Crowe con barba de 'Juego de Tronos' haciendo un barco enorme con la madera que no existe en mitad del desierto, enfrentándose a los que podrían ser los primos de 'Brave Heart' y con los asteroides de 'Deep Impact' de fondo y una estampida de animales digna de 'Ace Ventura Detective de Mascotas', no puedo dejar de pensar que hace al menos 3.700 años alguien estaba escribiendo en acadio una historia sobre unos dioses, unas ciudades, unas costumbres y unos personajes que ni mucho menos se parecen al Noé que nos vende Hollywood.  

¡Larga vida a Atrahasis!


ResearchBlogging.orgMitchell, Stephen (2010). Gilgamesh: a new English version Simon and Schuster

lunes, 24 de marzo de 2014

Patrilinearidad y patrilocalidad, una historia familiar.

Es interesante vivir en tu propia carne los efectos de como el estado moderno trata de compaginar las nuevas situaciones que ofrece la globalidad con su concepción tradicional del parentesco y la identidad. Este caso que voy a contar es el mio (nacido en Zaragoza, España), mi mujer (nacida en Ankara, Turquía) y el de nuestra hija (nacida en Zaragoza como su padre).

Hay que comenzar diciendo que en Turquía tu no apareces en el registro civil de donde has nacido, sino en el de donde nació tu padre. Esto es una muestra de patrilocalidad burocrática, es decir, que tu residencia (burocrática) es la misma que la de tu padre. Así pues, aunque mi mujer nació y ha vivido toda su vida en Ankara, está registrada en la ciudad de Diyarbakir, una ciudad amurallada a la orilla del Eúfrates en plena Mesopotamia anatolia.

El lío (en varios aspectos) vino cuando nació nuestra hija Luna. Luna nació en Zaragoza, España, y es hija de un padre español y una madre turca. En España se registró en la ciudad donde nació (natolocalidad) aunque hubiese sido diferente de la de su padre o madre. Sin embargo... ¿Qué pasa en Turquía?

Aquí tenemos que explicar primero las bases de la identidad turca y sus derechos de adquisición. Para poder ser reconocido socialmente turco, tu padre debe ser turco. Esto implica una patrilinaridad, es decir, que en Turquía perteneces al grupo social de tu padre, pero este derecho no existe si sólo tu madre es turca. Esto puede dar lugar a dos paradojas:

  • Aunque mi hija hubiese nacido en Turquía la gente no la reconocería como turca, ya que su padre no es turco. 
  • Un hijo de un turco y una española que hubiese nacido en Brasil, es considerado por todos los vecinos del barrio de su abuelo como turco.  
Así pues, el dilema de la administración burocrática es claro cuando nos dirigimos a la embajada a pedir la tarjeta de ciudadana turca de mi hija. ¿Cómo pueden darle identidad turca si su padre no es turco? Aquí está el malabar administrativo que, aunque pueda parecer enrevesado, es coherente con el principio de patrinilearidad y patrilocalidad. 

Mi hija, nacida en Zaragoza está registrada legalmente como ciudadana turca en Diyarbakir, la ciudad de su abuelo materno. La explicación es que la identidad turca no puede adquirirse de un padre no-turco, por lo que el tratamiento para darle la identidad es el de suponer que no tiene padre (turco). Así, la turquicidad viene del único hombre turco que se la podría dar en caso de no tener padre: de su abuelo materno, siguiendo así el patrilinaje de su madre. 

Esta es la historia de por qué una niña de año y medio nacida en Zaragoza está legalmente registrada en medio de la mesopotamia turca. Cosas que uno descubre estudiando antropología del parentesco...