sábado, 19 de noviembre de 2011

¿Carrito o mochila para bebés?

Desde hace unos meses, varios de mis amigos están en periodo de "fork-exec" (tener niños). De repente descubres el maravilloso mundo de los carritos para niños. Es exactamente igual que elegir comprar un coche. Los hay convertibles, de ciudad, de campo, McLaren, rojos, verdes, de aluminio, titanio, plegables, con dirección asistida, 3G, navegador y algunos serán capaces incluso de cambiar al niño ellos solos.


Sin embargo, hay otra gran vertiente en el modo de transportar a los bebés por la gran urbe: las mochilas.



Yo personalmente, siempre he sido partidario de esta segunda opción, así que cuando se lo comenté a alguien con experiencia en esto de tener hijos (yo uno de ellos), me sorprendió con una respuesta propia de uno de los filósofos más influyentes de nuestro tiempo. Sonó a algo como esto:



Efectivamente. Fue algo así como: "estamos en el siglo XXI y tu estás retrocediendo... como los monos". Sin embargo, esa frase no es del todo desacertada. ¿Alguna vez hemos dejado de ser "monos"? ¿O debería decir "primates"? Lo repetiré una vez más (por si sois nuevos en este blog):

Vivimos en la era espacial con cerebros de la edad de piedra.

Si eres de los que cree en la evolución (porque hay gente que aún lo considera "sólo una teoría"), habrás oído que el hombre viene del mono. Esto no es estrictamente correcto. Los primates (chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes) compartimos un abuelo común. ¿Esto nos convierte en monos? No, pero el ser humano (homo sapiens sapiens) ES un primate, tanto en constitución como en desarrollo, y buena parte de la antropología y la primatología se sobreponen en estudios que nos ayudan a comprender mejor al ser humano (como la volución del lenguaje autónomo, el tamaño de los grupos sociales, etc.).

¿Qué tiene que ver esto con los carritos de bebés y las mochilas?

Todo. Aunque un ser humano adulto pueda pasarse 10 horas sentado delante del ordenador, hablar media hora por teléfono y conducir durante 2 horas todos los días, en las primeras etapas de nuestra vida reaccionamos y necesitamos estímulos que hemos heredado de nuestros antepasados del pleistoceno. Menos iPhone y más antropología.

Un ejemplo de estas reacciones es el reflejo darwiniano. ¿Alguna vez habéis acercado vuestro dedo a la mano de un recién nacido? Este la agarrará con mucha fuerza, tanto que es capaz de sostener su propio peso nada más nacer. Este reflejo ocurre también en la planta del pie, que hace el mismo gesto de agarrar que la mano. ¿No os lo creeis? Abrid bien los ojos:



Estos reflejos en los recién nacidos son tan importantes que su ausencia o deficiencia son indicativos de enfermedades y lesiones neurológicas.

Estos reflejos se han relacionado con nuestros antepasados comunes al resto de primates, cuando el ser humano tenía suficiente pelo como para que las crías pudiesen agarrarse a la madre y transportarse o huir de depredadores fácilmente.

Fuente: ardeaprints

Así pues, parece que la forma natural de llevar a nuestros bebés debería ser pegados a nuestro cuerpo, ya que si presentan reflejos, y sobre todo teniendo en cuenta que su desarrollo neuronal no está maduro hasta el primer año de vida, debería ser importante proporcionarle estos estímulos para su correcto desarrollo.

¿Y qué pasa cuando no se hace?

Ahora os voy a presentar una de las historias más oscuras de la psicología, así que preparaos para escuchar algo que os revolverá las tripas.

En los años 40, René Splitz llevó a cabo un experimento en el que a 90-100 recién nacidos se les separó durante 2 años en dos diferentes instalaciones hospitalarias. Además, como control también se analizó a otros 34 bebés en sus propias casas. Los que estaban en hospitales tenían dos tipos de trato muy diferente.

Los del primer grupo fueron tratados por enfermeras en el más estricto entorno sanitario. Eran alimentados con biberones esterilizados, alimentados con un estricto horario, aislados del resto de niños y el ratio de enfermeras-niños era de 1:8 a 1:10.

Los del segundo grupo estaban cuidados por sus propias madres y otras madres, algunas de ellas incluso habían sido diagnosticadas como psicópatas o criminales. Sin embargo, aunque las condiciones no eran tan limpias como cabría esperar, los niños recibían una amplia atención, estaban en contacto con otros niños y el rato de madres-niños era de 1:2.

¿Qué paso con los niños? 

Los del segundo grupo tuvieron un desarrollo normal y adecuado según su edad. Pero los del primer grupo después del primer año comenzaron a mostrar los mismos síntomas que los monos de Harlow: dejaron de reaccionar hacia los otros y se mostraban esquivos y resistentes a nuevas personas, juguetes o objetos. Pasaban su tiempo golpeándose la cabeza, rascándose hasta producirse úlceras y retorciéndose. La mayoría tenía problemas psiquiátricos a pesar de las condiciones sanitarias.

Su condición física no era mucho mejor. A los 3 meses todos los bebés tenían problemas de salud. Splitz los separó en dos grupos según edad. Los más jóvenes tenían una mortalidad del 23% y los más mayores del 40%. Cuando se fueron haciendo mayores, los que sobrevivieron presentaron otros síntomás aún más preocupantes. Sólo 2 consiguieron hablar 2 palabras y casi ninguno podía alimentarse sólo. A partir de los 6,5 meses los bebés ya no sonreían. Los bebés que sobrevivieron hasta edades más avanzadas presentaron una baja capacidad intelectual, déficit de atención, timidez, psicosis y comportamientos sociales anormales.

En el libro Neurosociology, the nexus between Neuroscience and Social Psicology, David Franks nos explica qué salió mal en el experimento:

Mientras el bebé está en el vientre materno, está expuesto a todas las hormonas que forman parte de un sistema límbico sano (el de la madre): opiaceos, oxitocina, vasopresinas, norepinefrina y otros neurotransmisores del cuerpo de la madre. Cuando el bebé nace, su cerebro debe "aprender" a producir y regular todos estos neurotransmisores que conducen la actividad cerebral.

Cuando al bebé se le aísla, su cerebro produce glucocortisol como una respuesta al estrés. Esto activa la amígdala y su respuesta al miedo se incrementa, haciendo que llore. Normalmente cuando se coge al niño, este se calma, y es capaz de asociar esto con comportamientos propios como chuparse el dedo, lo que le permite desarrollar sus propios mecanismos para calmarse y regular él mismo los neurotransmisores que debe producir normalmente.

Sin embargo, si no lo cogemos, el bebé seguirá produciendo altos niveles de glucocortisol. Altos niveles de esta hormona están asociados a daños en el cortex prefrontal, que ya no podrá ejercer su función de regulación de la respuesta de la amígdala, con lo que la respuesta de esta será aún peor, liberando más clucocorticoides y empeorando el ciclo. Estos niveles anormales de GC también pueden afectar al hipocampo, reactivando recuerdos de miedo, realimentando aún más el proceso.

Esta persistencia en recuerdos "terroríficos" puede causar también lesiones en las áreas laterales y medias del córtex prefrontal. Daños en estas áreas están asociadas a la falta de control de impulsos, conductas antisociales y sociopatías. Estos daños en el lobulo prefrontal, especialmente en el área ventromedial, son el tipo de daños que Damasio estudio con pacientes como los "Phineas Cage modernos" en el libro El Error de Descartes.

¿Y qué pasa cuando en lugar de negar nuestros orígenes evolutivos, los aprovechamos?

Pues en el otro extremo, tenemos los programas de madres canguro en países como México, en los que a los bebés prematuros se les expone a un contacto directo con mas madres durante periodos de tiempo, en lugar de aislarlos en incubadoras como hacemos en el "primer mundo".


Los niños participantes en estos programas tienen un aumento de peso y tamaño mayor que aquellos que no participan en el programa, mejorando sus probabilidades de vida y su desarrollo. Podéis leer el artículo que describe los resultados si queréis más detalles.

Después de todo esto, y escuchando los argumentos que hasta ahora he encontrado, mi opinión es que es mejor llevar a nuestros hijos pegados a nuestra piel y que escuchen nuestra respiración y nuestros latidos que no en un carrito tapados con plásticos y mantas como si fuesen camillas de hospital.

Ya tendrán tiempo de vivir en la era espacial cuando crezcan, pero hasta entonces, dejémosles ser lo que son:

Bebés de primate, hijos de Homo Sapiens.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El cavernícola que votará por ti el próximo 20N (V)

Vamos con la quinta entrega de la serie de artículos sobre neurociencia y antropología aplicada a las elecciones generales del 20N. Esta vez vamos a evaluar el comportamiento de los partidos políticos en términos evolutivos, más concretamente, vamos a estudiar el comportamiento de los partidos en periodo electoral bajo la lupa de los mecanismo de selección sexual.

¿La selección sexual no es lo mismo que la selección natural?

Ni mucho menos. La selección natural es un proceso por el cual los organismos más aptos sobreviven y los menos aptos directamente no sobreviven. Los procesos de selección natural son especialmente visibles cuando hay una presión del entorno letal para estos organismos, como puede ser un cambio ambiental, en los depredadores o en los recursos disponibles. Aquellos que se adapten mejor a las nuevas condiciones, sobrevivirán, y el resto se extinguirá.

La selección sexual es algo más complejo (el sexo nunca fue fácil, incluso sobre el papel). La selección sexual, concepto que también introdujo Darwin en El Origen de las Especies y desasarrolló más en profundidad en El Origen del Hombre, se da cuando de entre los organismos que han sobrevivido a la selección natural, las hembras (y en muy pocas ocasiones, como en los humanos, también los machos) deben elegir con quien quieren tener descendencia.

¿Por qué (casi) siempre eligen ellas?

La reproducción sexual es un gran invento. Nos permite minimizar las mutaciones potencialmente letales que se producen en cada generación (hay estudios que estiman que cada nueva combinación de ovulo+espermatozoide tiene 1,6 mutaciones potencialmente letales, lo que se minimizaría al desarrollarse sólo los embriones con combinaciones viables).

Pero para los machos la tarea es mucho más fácil que para las hembras. Un macho después de la cópula puede seguir fecundando otras hembras, sin embargo, la hembra después de la fecundación debe gastar mucho tiempo y energía en crear, desarrollar, criar y cuidar a su descendencia, muchas veces sin la ayuda del macho. ¿Y si durante ese tiempo aparece un macho mejor que el padre de sus hijos? Es un problema, porque ha desperdiciado mucho tiempo y energía en un macho que no era el óptimo. Por ello la selección sexual suelen dirigirla las hembras.

¿Y como se las apañan las hembras para seleccionar a los mejores machos? 

Pues por medio de diferentes "rasgos sexuales" que los machos desarrollan para exhibirse y mostrar lo bueno que son tanto sus genes como su adaptación al entorno donde viven (=condición o "fitness" en inglés).

Antes de imaginarnos a Rubalcaba y a Rajoy con una cola de pavo real pegada al culo bailando danzas de cortejo en los mítines (puede que al final de este artículo lleguéis a ese nivel), vamos a ver tres conceptos interesantes de la selección sexual.

El primero de ellos es el condicionamiento sensorial. Esta teoría lo que nos expone es que los rasgos sexuales exhibidos por los machos están diseñados para excitar los sentidos de las hembras. Esto tiene bastante sentido, ya que si lo que quieres es anunciar que eres el mejor, debes hacerlo en el idioma que entiendan las hembras de tu especie.

Si eres un pavo real, deberás cantar en la frecuencia que escuchen las hembras de tu especie. Si no, imagínate que cantas en un tono tan bajo que las pavas (reales) no lo pueden escuchar. Podrás ser muy popular entre las elefantas o las ballenas y disfrutaras de una vida sexual no al alcance de muchos pavos reales, pero tus genes se extinguirán y tu voz de Barry White no pasará a ningún descendiente (aún no se han documentados casos de hibridación tan extrema, a excepción del gallifante).
Foto: Frikipedia

El segundo concepto es la trayectoria de escape de Fisher. Ya en los años 30 Fisher presentó la idea de que en sistemas en los que un macho puede fecundar a múltiples hembras (poligámicos), se producirán adornos sexuales exagerados. ¿Por qué? Imagínate que eres un pavo real hace varios millones de años. Nadie tiene la cola tan colorida que tienen los pavos reales actuales, pero a ti te han salido unas plumas un poco más coloridas en tu cola de pavo real arcaico. A algunas de las hembras de tu grupo esto les llama más la atención, y a lo largo de tu vida tienes más éxito que otros machos entre ellas y tienes más hijos que el resto de machos.

Esta descendencia tendrá tu cola coloreada, pero además, al ser hijos de hembras que han elegido este rasgo, también las hembras de la siguiente generación tienen los genes que les harán elegir a machos con colas coloreadas (como hizo su madre con su padre) en lugar a los que no tienen color. Esto da como resultado que generación tras generación las hembras eligen a los machos con mayores y más coloridas colas, y resultando a los largo de varios millones de años en adornos extravagantes y exagerados.

Foto: Wikipedia

El tercer concepto que vamos a ver es la teoría del handicap (o desventaja) de Zahavi. Lo que viene a decir Zahavi es que los adornos sexuales deben ser costosos, difíciles de crear y mantener en energía, genética y condición, de forma que los individuos que no tengan buena condición (genética + energía) no puedan hacer trampas y sirvan como un marcador fiable para que las hembras elijan al mejor de entre los machos. Así, el pavo real que mejor y más grande tenga la cola (la de las plumas, se entiende) será porque a pesar de tener ese pesado y voluminoso apéndice, es capaz de huir de los depredadores que le acechan, tiene la energía suficiente como para poder destinar gran parte de ella a mantener biológicamente esa pluma y unos genes sin mutaciones que hagan que la pluma elabore unos patrones complicados de colores simétricos y sin errores.

Después de esta clase acelerada de selección sexual (en otro artículo utilizaremos todo esto para ver por qué la gente compra iPhones a 700€ cuando fabricarlos cuesta menos de 200$), vamos a ver como el comportamiento de los partidos políticos se puede explicar bajo estos tres conceptos.

Vamos a ver a los partidos como los "machos", ya que son los que compiten por eser elegidos. Los votantes seremos las hembras o electores (lo siento chicos, pero es el momento de ponernos rimel y falda por unos instantes). El resultado de la elección, la descendencia, es un país gobernado durante 4 años por uno de los partidos que compiten en la selección y la nueva generación de hembras (votantes) tendrá que volver a elegir entre los nuevos partidos-machos (los mismo que ahora, pero 4 años después).

Como vemos, es un sistema poligámico: una decena de partidos se van a repartir casi 35 millones de electores, y gracias a que los electores de la siguiente legislatura están condicionados a votar a los partidos mayoritarios que salgan en esta por la conformidad social de de Asch que vimos en el artículo anterior, podemos (en principio) tener en cuenta como válida la trayectoria de escape de Fisher (los partidos resultantes utilizarán las técnicas que les han funcionado en la anterior legislatura y la masa está condicionada a votar a los partidos que han sido elegidos anteriormente).

Comencemos por el principio
¿Cumplen los partidos políticos en condicionamiento sensorial?

Por supuesto, pero ellos no lo llaman así. Los términos que utilizan son "segmentación" y "targets". ¿Tendría sentido que un pavo real gastase energía en desarrollar unas plumas que reflejan la luz en unas frecuencias que las pavas (reales de nuevo) no pudiesen ver? Por la misma lógica, los partidos políticos van a emitir mensajes que los electores son más propensos a escuchar. Ojo aquí, ya que he utilizado una palabra muy peligrosa.

¿Son todos los ciudadanos electores? 
NO

Los mensajes políticos no irán dirigidos a personas que no pueden votar. Como podréis comprobar, los mensajes van dirigidos a personas con nacionalidad española mayores de edad. ¿Pueden votar los menores de edad? De momento no, así que ¿Para qué prometer más horas de recreo o espacios en la televisión con más dibujos animados? Sin embargo, sólo los mayores de edad pueden fumar, trabajar, tener empresas, tener pensión, etc., por lo que es de esperar mensajes que estén destinados a este segmento.

Tampoco veremos promesas dirigidas a las poblaciones inmigrantes, que no pueden votar. Si lo están, será porque realmente están dirigidos a personas en contacto directo con inmigrantes o sensibilizadas con la igualdad y los derechos humanos, no a los propios inmigrantes. No veréis muchas promesas de clases de árabe en las escuelas, ni de facilitar los permisos de residencia, ni las reagrupaciones familiares... más bien lo contrario, ya que sólo nos ciudadanos españoles pueden votar, y por lo tanto lanzarán mensajes que mejoren las condiciones de este segmento poblacional aunque sea recortando los derechos de otros.

También podemos bajar un poco a condicionamientos a nivel cognitivo. La región del Fusiform Gyrus es un área del cerebro especializada en reconocer caras humanas. Si tenemos un área del cerebro dedicada a eso, es de esperar que haya un condicionamiento sensorial (como vimos en un artículo anterior) y que este sea utilizado estampando caras en toda publicidad política que encontremos. ¿Me alejo mucho de la realidad? ¿Habéis encontrado algún cartel electoral en el que no se vea ninguna cara? Hay muy pocos.

Hace unas semanas hablamos también como el tipo de argumentación utilizada podía ser un tipo de condicionamiento sensorial para personas que presentasen un Anterior Cingulate Cortex o una Amigdala derecha más desarrolladas. O incluso palabras y expresiones que pudimos escuchar en el debate televisado entre los dos principales candidatos como "capitalismo", "trabajadores", "confianza", "derechos", "como dios manda", "derechos", "militarismo", etc. son utilizadas para provocar reacciones en votantes de una u otra ideología sin interesarse por convencer a los de otra distinta (cantan para su público).

Tampoco tengo que hablaros de colores a estas alturas. Sería una tontería utilizar colores ultravioletas o infrarrojos en los carteles. Más bien, son todo colores saturados y primarios (azul, rojo, verde...) lo que encontramos como fondo de cualquier cartel, bandera o folleto que nos encontramos.

Incluso el medio en el que se mandan los mensajes está evolucionando. Este es el primer año que los candidatos se han hecho cuenta de Twitter. ¿Por qué? Porque los jóvenes ya no vemos la televisión, vemos Youtube, hablamos por Skype, quedamos por Facebook y nos expresamos por Twitter. En unos años la publidad ha pasado de hacer anuncios millonarios para televisión a contratar un ejército de "Social Media Managers" (o lo que eso signifique) para monitorizar, gestionar y bombardear los perfiles sociales de los posibles electores (muy pocas veces con acierto).

Podríamos estar horas hablando de condicionamiento sensorial en campaña electoral, pero...

¿Qué hay de la trayectoria de escape de Fish? 

Los partidos cada vez exhiben unos adornos (argumentos) más exagerados. No hay más que ver de nuevo a los partidos nacionalistas y su obsesión por las lenguas regionales. Es un argumento que les ha funcionado y a lo largo de varias legislaturas, han ido profundizando en ellos hasta que al final es imposible encontrar en algunos casos información en un idioma que no sea el regional.

Esto puede ocurrir también con las ideologías. Los partidos de izquierdas, de derechas o nacionalistas que hayan ganado en varias legislaturas van a tender a utilizar esos argumentos como bandera y pueden radicalizarse en sus argumentos y programas electorales.

¿Y la teoría del handicap de Zahavi?

También podemos encontrar ciertos rasgos que se asemejan a la cola de un pavo real en ese aspecto en campaña electoral. Pensemos por un momento en los mítines multitudinarios. Con enormes pantallas de plasma, megafonía propia de conciertos de Pink Floyd, miles de banderas ondeando, candidatos llegando en jets privados, equipos de seguridad...


Todo ello conlleva una gran organización y gestión de unos presupuesto de campaña de varios millones de €. Ahora una pregunta:

¿Si tuvieses que elegir a un equipo para gobernar un país de 1,41 trillones de dolares, a quién elegirías? 
¿A un partido con experiencia en gestionar grandes campañas y presupuestos? 
¿O a un partido nuevo, que hace los mítines en polideportivos de pueblo con sillas de madera y con un megáfono de mano? 

El (a primera vista) excesivo y exagerado gasto de las campañas electorales de los partidos se comportan como un rasgo sexual de handicap que nos muestra su capacidad de gestión y organización que heredará su herencia (un gobierno gestionado por ellos) si sale elegido ganador.

Otro ejemplo: ¿Por qué gastar millones de € en diseños de campañas de marketing electoral e imagen? Porque los electores inconscientemente piensan que si un partido tiene los recursos o habilidad para venderse mejor que otros, su futuro gobierno también heredará esa habilidad de venderse mejor hacia el exterior.

Después de todo esto, creo que nos hemos hecho ya con una visión bastante amplia de cómo los partidos políticos se comportan de la misma forma que lo hacen los organismos en situaciones de selección sexual. ¿O quizás deberíamos hablar simplemente de selección?

Con este termino la serie de artículos de neurociencia, neuromarketing y antropología dedicados a la política. Espero que os hayan gustado, y sobre todo que después de toda esta ración de ciencia, dentro de una semana podáis votar lo que elijáis, pero sobre todo... 


...votar más libremente y menos condicionados por el neuromarketing y publicidad electoral.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El cavernícola que votará por ti el próximo 20N (IV)

Seguimos con la serie de artículos sobre la neurociencia de las elecciones políticas con un artículo que, si el anterior podría haberse titulado "lo que diga la rubia", este podría ser "lo que diga la mayoría". Hoy vamos a hablar de conformidad social y vamos a intentar encontrar a los culpables neuronales de este comportamiento.

¿Qué es la conformidad social? 

Pues es precisamente eso que oímos en ocasiones cuando se les pregunta a todos los del grupo si prefieren ir a cenar a un chino o a un italiano: "lo que diga la mayoría". El primero en realizar experimentos de este tipo fue Solomon Asch y su famoso experimento sobre sociología de grupos.

En el experimento de conformidad social de Asch, se cogía a un grupo de personas en una sala y se les hacía preguntas sobre unas imágenes como la que aparece a continuación:
Imagen: Wikipedia

¿Es el palo de la izquierda mayor que B?
¿Es mayor que A?
¿Es igual que C? 

La gracia del experimento es que de las personas de la sala todos salvo uno estaban compinchados. En ocasiones decían la respuesta correcta, pero en otras ocasiones se ponían de acuerdo para decir una respuesta falsa. En estas situaciones, una de cada 3 personas, respondía lo que respondía la mayoría, incluso sabiendo que estaba mal. Luego incluso justificaban su elección diciendo que no veían bien las figuras por estar lejos de la pantalla, etc. (¿Os suena esto lo que hablábamos de las disonancias cognitivas?).

El resto de personas que respondieron correctamente salvando la presión del grupo manifestaron sentirse molestos e incómodos al tener una posición diferente a la del grupo. Otro dato fue también que la probabilidad de que la víctima del experimento siguiese al grupo dependía de la uniformidad de opinión del grupo. Cuanta más mayoría absoluta, más fácil era que pensase igual que la mayoría.

¿Y esto... por qué ocurre?

La explicación que nos ofrece la psicología evolucionista, en el libro de Geoffrey Miller, The Mating Mind, es que la selección sexual ha ido seleccionando a aquellos individuos que podían socializarse más, que apoyaban más la estrategia general del grupo y que mostraban un compromiso más fuerte con la tribu social a la que pertenecen.

Robin Dunbar (el del número de Dunbar) en su libro How Many Friends Does One Person Need? también habla de las afiliaciones políticas y convicciones ideológicas como un adorno sexual que suele mostrarse más intensamente en conversaciones entre varones en los que están presentes mujeres, lo que apoyaría la idea de que estos rasgos se potenciaron mediante mecanismos de selección sexual.

Pero, ¿y la neurobiología que nos dice?

A parte de lo que ya hemos podido ver en otros artículos sobre las disonancias cognitivas, que podría explicar la justificación de "no veía bien la pantalla", estos individuos ¿lo utilizan como excusa o realmente lo creen? Parece ser que en el caso de la conformidad de grupo el recuerdo se sobreescribe y realmente el nuevo recuerdo sustituye al auténtico.

Un artículo (que explican de forma más tragable en el blog de neurociencia de wired) apunta a que la conexión entre el hipocampo y las amígdalas puede se la culpable de esta reescritura de los recuerdos originales creados como consecuencia de una experiencia sensorial personal por otros creados a través de una experiencia social. Los recuerdos se almacenan en el lóbulo temporal, pero quien decide qué y como se almacenan es el hipocampo, y la amígdala (como centro de control de las emociones) podría decidir sobre la importancia o la emoción asociada a ese recuerdo y parece ser la culpable de que los recuerdos con una componente social sustituyan a los recuerdos originales o "reales".

¿Así que no hay manera de distinguir entre recuerdos verdaderos y falsos?

Eso depende de tu cerebro. Otro artículo publicado recientemente apunta a uno de los pliegues del cerebro (el para-cingulate sulcus) como una de las estructuras que nos permiten diferenciar entre los recuerdos verdaderos y los imaginados. ¿Os suena de algo la frase "lo he vivido o lo he soñado"? Pues parece ser que las personas con este pliegue en el cerebro son capaces de distinguir con mayor precisión los recuerdos verdaderos de los falsos que las personas que no presentaban este pliegue.

¡Sorpresa! 
¡Hay gente que presenta este pliegue en el cerebro y gente que no!

Y todo esto, ¿qué tiene que ver con política y elecciones? Pues todo. De aquí al 20N vais a ver todos los días encuestas que dan como ganador a un partido o a otro. Hablarán de mayoría absolutas, de victorias apabullantes, de triunfos arrolladores... Antes incluso de que hayamos votado. Ahora juntad todo lo que hemos visto en este artículo sobre conformidad social y veréis como lo que realmente están buscando es crear una profecía autocumplida: el hecho de decir que tienen mayoría les hace conseguir esa mayoría. 

Ahora ya tenemos un arma más para pensar libremente. A partir de ahora, podemos enfrentarnos a la presión social de nuestro entorno conscientemente y elegir sin el condicionamiento heredado por nuestro cerebro de la edad de piedra el partido que más se ajuste a nuestras convicciones reales, y no "el de todo el mundo".

¿O acaso en unas elecciones generales vale también decir "lo que diga la mayoría"?

domingo, 6 de noviembre de 2011

El cavernícola que votará por ti el próximo 20N (III)

Hoy vamos con la tercera entrega sobre neurociencia y elecciones políticas en la que prometimos en el post anterior que los candidatos iban a dar la cara. Después de ver como las noticias nuestra propia constitución neuronal pueden condicionar en cierta manera nuestra decisión, hoy vamos a ver cómo la cara de los políticos pueden definir los resultados de una votación.

No es ningún secreto. Desde la época de Nixon vs. Kennedy y su debate televisado se ha estudiado la influencia de la cara de los candidatos en la decisión que toman los votantes. ¿El motivo? La duda surgió cuando en este debate, los que lo escucharon por la radio pensaban que había ganado Nixon. Todo lo contrario que los que lo habían visto por televisión, que creyeron que había ganado Kennedy.

¿Qué determina en la cara de los candidatos que sean más "votables" unos que otros? 

Uno de los artículos más citados sobre este tema habla de dos aspectos. El primero de ellos es cómo de atractivo es el rostro de los candidatos. Un rostro atractivo puede indicar calidad y está asociado a una variedad de atribuciones de personalidad positivas. Las personas más atractivas tienen más posibilidades de encontrar trabajo, y los profesores más atractivos son también los mejor valorados en las encuestas. Así pues, no sería raro que un rostro atractivo fuese más "votable" que otro no tan atractivo.

El segundo aspecto que han tenido en cuenta es la "masculinidad" o "feminidad" del rostro y si las elecciones han sido en periodo de guerra o en periodo de paz. De momento nos vamos a centrar sólo en este post en la belleza de nuestros candidatos, aunque la actual crisis y la "guerra contra los mercados", las manifestaciones en la calle, la lucha contra el terrorismo, las acciones militares en Afganistán, etc. podrían considerarse una "guerra de facto" o podría ser percibida como tal por algunas personas.

El estudio del que hablaba al principio, creó imágenes de candidatos reales y eliminó los rasgos que pudiesen ser identificativos, dándoselos a elegir a un grupo de gente para que los votasen basándose únicamente en su cara. Los resultados predijeron de forma bastante fiable el resultado real de las elecciones.

No es el único estudio de este tipo. Aquí tenemos otro en el que con una exposición de tan sólo 250ms a los rostros de los candidatos y respuestas de menos de 2 segundos, se pudo predecir el resultado final de unas elecciones gubernamentales.

Y ahora la pregunta del año... 
¿Cómo de atractivos son nuestros candidatos? 

Mi opinión personal voy a reservármela en este sentido, así que intentaremos tirar un poco más de ciencia para definir qué es "atractivo" y qué no. Parece ser que los rostros más atractivos son los que tienen, entre otras cosas, una mayor simetría facial. Esto según los antropólogos tiene su base evolutiva en que la simetría facial es algo muy complejo y costoso de hacer, ya que enfermedades de la piel, parásitos, heridas, traumas, etc. además de errores en la expresión genética que influyan en el crecimiento uniforme de los huesos, músculos y piel pueden echar al traste el crecimiento y desarrollo de un rostro simétrico, lo que lo haría un marcador perfecto de condición física y calidad genética. Como repito siempre, vivimos en la era espacial con cerebros de la edad de piedra y aunque parezca irracional elegir el partido que va a gobernar nuestras vidas durante los siguientes 4 años por cómo de guapo es su candidato, en parte estamos condicionados para actuar de esta forma.

Así que vamos a ponernos las gafas de medir cabezas de homo sapiens y veamos cómo de simétricos son los rostros de Rubalcaba y de Rajoy.

Para ello nos hemos hecho con un par de fotos frontales de los candidatos y hemos marcado una línea vertical en el centro de las mismas. Después hemos ido marcando diferentes puntos biométricos, como pueden ser las aletas de la nariz, el contorno de los ojos, la comisura de los labios, la mandíbula, las orejas... y vemos como de centradas están estos marcadores a ambos lados de la cara. Para ello marcamos el punto medio entre los dos marcadores y vemos cuanto se alejan de la vertical media. Aquí tenemos el resultado:



Esta es una forma de visualizar la simetría facial de los candidatos. Como vemos, Rubalcaba parece tener algunos marcadores ligeramente más desviados que Rajoy, aunque ninguno de los candidatos presenta una simetría notable.

Otra forma de ver gráficamente la simetría de los rostros es crear imágenes simétricas con sólo una parte de la cara y ver cuánto se parecen o se diferencian de la cara original. Una cara simétrica presentará una composición hecha con sólo la mitad muy similar a la original, mientras que una cara asimétrica presentará un resultado muy diferente a la original.

En el siguiente experimento hemos creado dos imágenes ficticias de los candidatos, una con una simetría del lado derecho y otra con la mitad izquierda del rostro. Vamos a ver cuánto de parecen o se diferencian del original:


De nuevo vemos que los rostros creados con simetrías son diferentes a los rostros originales, y de nuevo en la composición de Rubalcaba la diferencia de los rostros simétricos es mayor que en el caso de Rajoy.

Cómo decía en el artículo anterior dedicado a elección política y estructuras neuronales, la elección política es mucho más que esto. Hay gente que se lee los programas electorales, que vota por costumbre, por castigo o por su entorno. Este es sólo un aspecto más que nos debe ayudar a evaluar cómo de libres somos y preguntarnos a nosotros mismos si las elecciones que estamos haciendo son realmente racionales y lógicas o condicionadas por nuestro cerebro del Pleistoceno.

Ahora que hemos entrado ya en campaña sería interesante ver qué imágenes están utilizando en los carteles y propaganda electoral los principales candidatos y cómo modifican las fotografías originales. ¿Corregirán asimetrías? ¿Masculinizarán los rostros? ¿Los harán más jóvenes o más maduros? Si encuentro material suficiente prometo hacer un nuevo post sobre este tema, que he encontrado muy interesante.

martes, 1 de noviembre de 2011

El cavernícola que votará por ti el próximo 20N (II)

Hace unas semanas comencé esta serie de artículos sobre la neurociencia de las elecciones políticas (I), orientado sobre todo a las elecciones del próximo 20N en España. Una de las primeras ideas era hacer un artículo presentando varios estudios que muestran una relación directa entre el tamaño de ciertas estructuras del cerebro y afiliaciones políticas (el córtex cingular anterior o ACC y la amígdala derecha).

Mientras estaba preparando las fuentes y el material para escribirlo, salió publicado un artículo en inglés de la misma temática. El artículo me pareció muy bueno y de hecho, lo que que voy a hacer aquí es resumirlo y presentar los puntos más importantes que expone. Si queréis leer el original, podéis seguir este link al artículo original.

El artículo en sí habla, como hemos dicho antes, de dos estudios (1 y 2) que muestran diferencias en las estructuras cerebrales de personas progresistas y conservadoras. Estas estructuras cerebrales son el córtex cingular anterior o ACC y la amígdala derecha.



¿Por qué es importante esto? Porque estas estructuras tienen una función crucial en el tratamiento de las emociones. Vamos a verlas por separado.

Los estudios observaron por un lado, que las personas con ideología más conservadora tenían un mayor volumen de materia gris en la amígdala derecha. ¿Qué hace la amígdala? La amígdala es el centro de control de las emociones. Es la parte del cerebro que decide si un recuerdo se almacena o no y qué emoción se asocia a él: memoria emocional, especialmente de la emoción del miedo (recordáis los estudios de Pyszczynski y su Teoría de la Gestión del Terror) y el aprendizaje. Las personas con mayores amígdalas suelen tener respuestas emocionales más fuertes.

La lateralización funcional de las amígdalas, similar a la lateralización de los hemisferios cerebrales como vimos en el artículo de las disonancias cognitivas y cerebro dividido, también tiene su miga. Un meta-análisis sobre la lateralización de la activación de la  amígdala con recuerdos emocionales ha encontrado que la amígdala derecha podría estar más relacionada con respuestas emocionales relativamente rápidas y automáticas, mientras que la amígdala derecha podría estar relacionada con procesos congnitivos más complejos que precisen probablemente scripts lingüísticos (recordamos que estas reglas lógicas y el propio lenguaje está mayormente almacenado en estructuras del hemisferio izquierdo).

Por otra parte tenemos el cortex cingular anterior (ACC). Estos estudios encontraron un ACC más desarrollado en personas con una afiliación política progresista que en los conservadores. ¿Y qué función tiene el ACC? El ACC es también una de las estructuras clave en el tratamiento de las emociones y forma parte del sistema somatosensorial del cerebro. Una de las funciones que parece tener es la la discriminación de información importante frente a la información no relevante o ruido y la detección de errores. Esta parte del cerebro parece especialmente importante en la resolución de disonancias cognitivas, resolución de conflictos y flexibilidad cognitiva.

Ahora, y después de todo esto... 
¿Qué demonios tiene que ver esto con la política?

En el artículo original citan otro artículo de "The Guardian" en el que explican ¿Qué significa ser Progresista? (en USA "liberal" equivale a nuestra visión "progresista"). También podéis ver esta infografía en la que se resume bastante visualmente cada una de las visiones políticas a las que nos referimos en este artículo:

Como podemos ver, la visión progresista se define por "adaptación a los cambios", en contraposición con la visión conservadora de estabilidad y resistencia a los cambios. Un mayor ACC podría ayudar a las personas de visión progresista a resolver disonancias cognitivas ante cambios y reformular las reglas de su hemisferio izquierdo para adaptarse a nuevos entornos o situaciones, mientras que una mayor amígdala haría que los conservadores se guiasen más por sentimientos y respuestas emocionales rápidas y automáticas (patriotismos, sentimientos políticos, religiosos...) que por razonamientos lógicos basados en el hemisferio izquierdo. 

Antes de nada, todo esto no es ninguna crítica ni a una visión política ni a otra. Tan solo he querido mostrar como nuestra elección política no es tan libre como nosotros pensamos y que estamos condicionados, no sólo por nuestra anatomía, sino también a reaccionar de una manera más marcada a argumentos políticos diferentes. Un progresista reaccionará mejor a argumentos lógicos y un conservador reaccionará mejor a argumentos que activen sus sentimientos y emociones porque su cerebro genera más estímulos y actividad para cada uno de ellos de manera diferente. 


A partir de aquí, voy a "copiar" también las conclusiones que escribe en el artículo original, ya que me parecen de los más importante del artículo. 

Ahora sí, las conclusiones: 
  1. El cerebro es plástico. Esto significa que si utiliza más una parte o función, esta se desarrolla más y si no la utilizas, esta se atrofia. No estamos seguros de si esta diferencia es innata o se deriva de la forma en la que las personas aprenden y utilizan su cerebro, ya que para ello necesitaríamos estudios longitudinales en el tiempo para ver su variación en una misma persona. Yo personalmente me inclino por la segunda opción.
  2. No todos encajamos en una de estas dos definiciones. Hay personas que tienen un ACC más desarrollado que la media y otros tienen mayores amígdalas. Sin embargo también puede pasar que no tengan ninguna de ellas especialmente desarrollada... ¡o ambas!. En neurobiología las cosas no suelen ser blancas o negras, sino que hay muchos tonos de grises y siempre los resultados son estadísticos y con respecto a "medias" poblacionales. 
  3. La afiliación política es una opción personal. Esto quiere decir que aunque haya una correlación, no significa que si naces con un gran ACC tengas que ser progresista o al contrario. 
  4. Las personas suelen juntarse con otras similares a ellos, sin importar su afiliación política. Muchas personas sólo hacen lo que hace la mayoría y no deciden realmente por si mismas. Esto tiene que ver mucho con "el voto útil" y el bipartidismo en el que vivimos. Por mucho que escribamos artículos de la neurociencia de las elecciones políticas, no sirve de nada si la gente no quiere o no sabe elegir su propio voto y simplemente vota al caballo ganador. 
¿Aun creéis que elegimos libremente nuestro voto? Dentro de poco seguiremos la serie con otro artículo en el que nuestros candidatos van a "dar la cara"... literalmente.