martes, 23 de agosto de 2011

El síndrome de la cárcel Stanford y la actuación de la policía ante el 15M

La semana pasada se cumplieron 40 años del Experimento de la Cárcel de Stanford (SPE en inglés), efeméride que coincidió con las violentas cargas policiales contra los manifestantes laicos que protestaban contra el gasto público en la visita del Papa y periodistas que cubrían la noticia.

Al repasar la información sobre el experimento y ver los vídeos de las cargas, los testimonios de los agredidos y retenidos y varias crónicas anteriores muy similares de diferentes actuaciones policiales contra miembros del movimiento 15M, pude ver un patrón de comportamiento común tanto en el SPE como en la policía. Esto es lo que voy a desarrollar y llamar de ahora en adelante como "síndrome de la cárcel de Standford", teniendo siempre en cuenta que, ni soy psiquiatra, ni psicólogo ni existe (al menos hasta donde yo sé) un síndrome o denominación para lo que estoy intentando contar. Si hay algún psicólogo que lea este artículo y quiera comentarlo es bienvenido.

¿Qué fue el Experimento de la Cárcel de Stanford?

En 1971, un grupo de psicólogos de la universidad de Stanford, animados por el famoso experimento de Milgram en el 63 (hablaremos más en detalle en otro artículo), decidieron poner a prueba una vez más la bondad humana. Este es el 2º de los experimentos que mostraron la cara más malvada del hombre, y como curiosidad, todos ellos partían de la misma pregunta: ¿Cómo es posible que personas aparentemente normales pudiesen cometer los actos de tortura y genocidio que se dieron con tanta crueldad y sadismo durante la II Guerra Mundial por la Alemania Nazi? (El tercero fue la Tercera Ola).

El experimento consistió en coger 18 personas totalmente normales y sanas y aleatoriamente dividirlos en 2 grupos: uno de presos y otro de guardias. Pasarían 2 semanas en una prisión simulada y los guardias tenían que garantizar el orden en la prisión. Podéis leer todos los detalles del día a día del experimento en la web oficial.

Para resumir lo que pasó durante el experimento, decir que los guardias desarrollaron patrones de conducta sádicos y represivos con los presos hasta tal punto que el experimento tuvo que suspenderse al 5º día por las condiciones, el estrés y la presión con la que vivían los presos. Como curiosidad, la única persona de todos los que pasaron por el experimento que tuvo las perspectiva suficiente para exigir que finalizase fue la entonces novia (y luego mujer) del principal investigador.

¿Qué es el Síndrome de la cárcel de Stanford?

He llamado así a la emergencia en un grupo de personas de comportamientos deshumanizantes y represivos que en condiciones normales no serían socialmente aceptables, circuscritos a un rol y a una situación concreta en las que se les da control sobre otro grupo de personas y la autoridad superior es permisiva.

¿En qué me baso para crear esta definición? Vayamos punto por punto comparando lo que pasó en la cárcel de Stanford y los testimonios y vídeos que tenemos de las actuaciones policiales.

Emergencia de comportamientos. Llamaremos así a los comportamientos que surgen de manera espontánea en el grupo y que no han sido regulados por unas normas establecidas previamente.

En ninguno de los casos se detallan actuaciones ni protocolos y se deja a los "grupos de guardias" que generen sus propias medidas de control del "grupo de prisioneros":


Comportamientos deshumanizantes y sádicos que en condiciones normales no serían socialmente aceptables. Estos comportamientos tienen como objetivo por un lado la desinvididualización de la persona sobre la que se desea ejercer control y por otro, ejercer un control tanto físico como psicológico. Tenemos distintos ejemplos de este tipo de comportamiento:

Pérdida de identidad: 


División del grupo controlado: 

Tortura y castigo físico como forma de control: 

Violencia física no justificada: 
  • SPE: Los guardias realizaban conteos indiscriminados aún cuando los presos se portaban bien.
  • Policía: Hay numerosas pruebas de violencia non justificada de los policías a personas que huyen, menores o minusválidos: 1, 2, 3, 4...

Violencia verbal y humillación: 


Circuscritos a un rol y a una situación concreta: 
  • SPE: En las Conclusiones del SPE, Christina Maslach, la psicóloga que desencadenó el fin del experimento, relata como en una de sus visitas, estuvo hablando con uno de los guardias (sin saber quien era quien). Le pareció un chico muy amable y simpático. Luego se dio cuenta de que ese guardia era el que llamaban "John Waine", por ser el más violento y sádico con los presos. Esta bipolaridad parece darse también en los policías. 
  • Policía"Sabían quién era yo. Estuve hablando y riendo con los mismos agentes de la UIP diez minutos antes". "Esta "bipolaridad" por parte de los agentes --"tan pronto vallaba un acceso a Sol como lo abrían, te saludaban muy educadamente algunos y al día se ponían el casco y te golpeaban", ha dicho-- ha sido justificada, según ha señalado esta periodista, que se remite a comunicados del SUP, a la "presión y al estrés" que han estado sometidos los agentes. "

Autoridad superior permisiva: 

Otros puntos en común con el SPE son, entre otros: 

Modificación del entorno a su favor:
  •  SPE: Los guardias utilizaban la luz de la cárcel para desorientar a los presos, despertarlos a mitad de noche y romper sus ritmos de sueño.  
  •  Policía: En el momento de producirse las cargas policiales se realizaron cortes de luz en la calle que la dejaron a oscuras.

Los guardias tienen la impresión de recibir una baja retribución por su trabajo

Polis malos... 

...y polis buenos:

Búsqueda del anonimato para ejercer mayor violencia:

Juego del gato y el ratón:

Agresiones precedidas de miedo:
  • SPE: Por lo que cuenta Zimbardo (el investigador principal del SPE), algunas de las agresiones de los guardias estaban precedidas o disparadas por el miedo, en una reacción de "lucha o huye" (fly-fight): "one example of the confrontations that occurred repeatedly during the prison study, this statement found in a guard's diary: "During the inspection ‘the prisoner’ grabbed my throat, and although I was really scared, I lashed out with my stick and hit him in the chin."" (SPE. p.1)
  • Policía: Podemos ver en este vídeo un indicador muy característico de la emoción del miedo: el temblor en la voz y la elevación del tono de voz (más agudo) . Precisamente en el 01:47, justo antes de la agresión. Si fuese una emoción den enfado, el tono de voz se hace más grave y no tiembla.



Los policías no quieren que acabe el experimento:
  • SPE: Los guardias de la cárcel de Stanford no querían terminar el experimento al 5º día, sino que querían continuar aun siendo conscientes de las condiciones en las que vivían los presos (SPE, p.14). 
  • Policía: Por los comentarios y foros en los que algunos policías comentan sus actuaciones, parece que disfrutan de su posición de poder y no les gustaría que acabase.  


Los prisioneros pueden llegar a tener ataques de pánico en un muy corto espacio de tiempo: 

Los prisioneros aprendieron a ser pasivos ante las agresiones y a obedecer de una forma "zombie"

¿Para qué sirve todo esto?

En primer lugar, debe servir para comprender que lo que está ocurriendo, no es la primera vez que sucede. Lo hemos visto tanto en el SPE como en las carceles de Abu Ghraib y muchos otros complejos donde el grupo de guardias no tiene un control sobre sus actuaciones. Quizás la novedad es ver como este comportamiento emerge contra un grupo de personas libres y no en un centro de detención. Esto nos permite reconocer el escenario y cambiarlo para garantizar que se cumplan los derechos de todos.

La pregunta siguiente que nos debemos hacer es: ¿Qué podemos hacer para acabar con esta espiral de violencia y represión en la que se ha entrado? Aquí tenemos varios actores:

Para los propios policías: 
  •  Los "buenos policías" deben superar la presión del grupo y denunciar y evitar estas prácticas que llevan a cabo los policías "John Wayne" más agresivos. 
  • Deben dejar de despersonalizar a los ciudadanos pensando que son "perroflautas", "guarros" o "periolistos" y pensar que son personas que están luchando por algo digno. No son el enemigo. No están allí para enfrentarse a ti, sino que están allí porque cada uno tiene una vida que quiere mejorar de una manera pacífica y democrática. Tienen su trabajo, su familia, su coche, sus novios/as, van de compras y salen a por la noche de copas y muchos de ellos han sido compañeros tuyos de instituto o colegio. No veas "guarros", sino personas iguales a ti, ni mejores ni peores. 
  • La inclusión de "observadores" externos que puedan auditar en todo momento si se han seguido los procedimientos aplicables en cada momento. Estos estaría siempre fuera de la situación y permitirían evaluar la acción policial objetivamente.

Para los legisladores: 
  • Es necesario eliminar el anonimato de las fuerzas de seguridad. El número de identificación debe ser siempre visible y desde distancia, ya sea en el casco, en el uniforme o en el escudo. El policía debe saber que haga lo que haga, puede ser identificado. 
  • Penalización grave a quien no porte la identificación o la facilite cuando un ciudadano u otro compañero lo requiera. Esta identificación debería ser tan importante como la licencia de conducir para poder llevar un coche un coche o la de armas. Sin la identificación visible, no puedes trabajar, y si lo haces,  despedido.
  • Eliminar la permisividad de las acciones contra los ciudadanos. Una investigación interna que no llega a ninguna parte da la sensación de impunidad a los policías y promueve este tipo de comportamientos. 
  • La creación de protocolos de actuación que eviten la necesidad de crear normas emergentes en el grupo y que pongan límites a lo que se puede y no se puede hacer, sin ambigüedades ni posibles interpretaciones, marcando unas lineas rojas que no deben pasarse en ningún momento. 

Para los agredidos: 
  • Denunciar toda actuación que exceda el ejercicio racional de su labor como cuerpos de seguridad y pueda ser considerada ilegal.
  • Grabar, fotografiar e identificar todo acto violento para acabar con la sensación de anonimato e impunidad.
  • No provocar, atacar ni convertir en enemigo a los policías. Son ciudadanos también y no se debe entrar en ese rol. Si los manifestantes se comportan como presos, los policías se comportarán automáticamente como guardias. Hay que salir de ese rol y tratarlos como personas y no como guardias si queremos evitar que se disparen este tipo de comportamientos. 


En resumen: Individualización de los ciudadanos, pérdida de la sensación de anonimato de los policías y de la sensación de impunidad que da la permisividad de las autoridades.

lunes, 22 de agosto de 2011

Los gestos de los orangutanes y la evolución del lenguaje en los humanos

Un artículo publicado en "Animal Cognition" muestra los avances en la comprensión de la forma de comunicación gestual que utilizan los orangutanes. Los investigadores han logrado identificar hasta 40 gestos diferentes con los que estos simios se comunican entre ellos.

Aquí hay que tener varias cosas en cuenta. La primera de ellas es que, aunque es una forma de comunicación, dista mucho del lenguaje que utilizamos nosotros, ya que parece ser que se compone de ordenes ("para", "dame eso") y avisos ("quiero jugar contigo", "toma esto"), es una forma de comunicación en toda regla, ya que permite que dos individuos intercambien información pero no lo consideraría un lenguaje.

En primer lugar, esta forma de comunicación gestual al parecer no tiene una gramática, sino que estaría compuesto por lo que Paul Ekman denomina "emblemas": gestos que en sí mismos tienen un significado.

Por otra parte, parece que esta colección de gestos no es suficiente para contar una historia, lo que permitiría intercambio de información a cerca de un tercer individuo y lo que podríamos considerar "cotilleo", de lo que hablamos antes en el artículo anterior sobre las redes sociales humanas y el cotilleo.

Aquí me gustaría hacer un inciso, ya que el hecho de que los orangutanes no puedan comunicar historias de terceros a través de este sistema de gestos, no quiere decir que los simios no puedan llegar a hacerlo. Como vimos en el artículo sobre la intensionalidad, los simios pueden llegar a 2 niveles de intensionalidad ("yo quiero que tu te vayas", "yo quiero que tu me des eso"), e incluso algunos pueden llegar a tres niveles y poder contar una historia de un tercer individuo ("yo quiero que tu sepas que mi madre estaba asustada"). Este fue el caso de Michael, un gorila a quien le enseñaron el lenguaje de signos y fue capaz de contar como unos cazadores furtivos mataron a su madre.



Volviendo a los orangutanes, el hecho de que puedan utilizar de manera natural "emblemas" para comunicarse es muy significativo, ya que nosotros, los humanos también utilizamos este tipo de gestos. Los usamos desde para decir "si" o "no" con la cabeza hasta cuando nos encogemos de hombros, hacemos la peineta con el dedo corazón o el gesto OK.

Estos gestos son culturales (también en el caso de los orangutanes, según el estudio, ya que son aprendidos y no innatos) y a diferencia de las expresiones faciales de las emociones básicas que son universales, dependen de la cultura en la que hayamos crecido. Sin embargo, el hecho de poder compartir esta forma de comunicación con otros simios lo pondría en un estado más profundo evolutivamente hablando que el lenguaje hablado. Ello explicaría la facilidad con la que pueden filtrarse en una conversación de manera accidental o subconsciente delatando una emoción o pensamiento que se intenta ocultar. Estos unidos a las expresiones faciales son de gran utilidad a la hora de detectar mentiras o información oculta en un discurso.

¿Cómo de profundo? Pues para ello tenemos que ver como de "primos lejanos" son los orangutanes de nosotros. El biologo Richard Dawkins nos lo explica en un sencillo vídeo:



Este es un ejemplo interesante en el que se ve como en la evolución no hay saltos grandes, sino cambios graduales y progresivos en los que se puede ver desde el proto-lenguaje de gestos de los orangutanes, la elaboración de pequeñas historias con mayor nivel de intensionalidad (aunque con una gramática casi inexistente) hasta nuestro lenguaje actual, que utiliza tanto la voz como los gestos y las expresiones faciales. Sería interesante ver si en los simios este lenguaje se localiza también en el lóbulo temporal (normalmente el izquierdo), como lo hacen las reglas lingüísticas y semántica en los humanos, o ver si hay una relación entre el uso de ilustradores y emblemas en humanos y las áreas del cerebro que se activan en los orangutanes y otros simios al usar esta forma de comunicación gestual. Esto nos daría más pistas de la evolución del lenguaje y de la posible relación entre el volumen del cortex parietal/temporal y el desarrollo del lenguaje.

Este pequeño artículo nos puede ayudar a comprender lo importante que es la conservación de los grandes simios que aún habitan en nuestro planeta para poder comprendernos a nosotros mismos y la evolución humana. Los orangutanes (que en lengua malaya significa literalmente "el hombre de los bosques") están en serio peligro de extinción debido a la gran explotación de su hábitat que están llevando a cabo, sobre todo, empresas locales para explotar en su gran mayoría el aceite de palma, presente en multitud de alimentos que consumimos en occidente.

La extinción de los orangutanes, así como la de los propios gorilas, podría suponer un golpe tan grande como lo fue la extinción del hombre de Neandertal o el hombre de Flores, con la diferencia de que en esta ocasión aún podemos evitarlo

miércoles, 17 de agosto de 2011

Belén Esteban te está robando tus amigos

Aunque Belén Esteban no tenga ningún interés especial en que tus amigos dejen de hablarte o que tu les retires la palabra en lugar de irte a tomar un café con ellos, por su culpa puede que hayas dejado de hablar con alguno de ellos o hayas perdido el contacto. ¿El problema? Como dicen los antropólogos:

Vivimos en la era espacial con cerebros de la edad de piedra.

Fue en ese momento, con la aparición del humano moderno, cuando nuestro cerebro (más en concreto la parte frontal del córtex) cuando dio su último estirón. Hará ahora unos 200.000 años. Tener un cerebro tan desarrollado nos ha permitido ir varios pasos por delante del resto de primates. Pero como dirían los Monty Phyton en la Vida de Bryan además de una capacidad superior para resolver problemas, el lenguaje, una intensionalidad de hasta 6 niveles, ¿qué ha hecho el neocórtex por nosotros?



Robin Dunbar es un biólogo (como Ana Obregón, sí) evolucionista que llevó a cabo un estudio que relacionaba el tamaño del córtex de los primates con el tamaño de los grupos sociales. Su teoría es que el cerebro humano no evolucionó en tamaño superior para resolver problemas, sino para ser capaz de lidiar con relaciones sociales cada vez más complicadas y grupos mayores.

Foto: The Social Brain Hipotesis - Robin Dunbar

A través de este estudio, Dunbar hayó una correlación clara entre el tamaño del cortex y el tamaño de los grupos sociales de los primates, y extrapoló esta relación al tamaño del córtex de los humanos. El resultado: 147 (redondearemos a 150), lo que hoy se conoce (en un ejercicio de originalidad clásica en el mundo científico) como el Numero de Dunbar.

¿Quiere decir esto que sólo puedo conocer 150 personas?

No. Tienes memoria para reconocer muchas más personas, sin embargo este es el número de personas (siempre de una manera muy aproximada) con las que puedes mantener un vínculo emocional (aquí podríamos hablar de marcadores somáticos, emociones sociales y Antonio Damasio, pero eso será en otra ocasión). Como el propio Dunbar describe este grupo social lo forman aquellas personas que si te las encuentras de manera fortuita en un aeropuerto mientras esperas a que salga tu vuelo no te daría vergüenza saludarle e incluso irte a tomarte una cerveza con él mientras esperáis.

¿A qué se debe este número tan bajo? 

Pues parece ser que no te puedes fiar prácticamente ni de tu padre, al menos sin haber hecho primero una serie de averiguaciones para saber si es de confianza o no. Nuestra confianza se crea y se mantiene a través de conocer a las personas, verlas día a día, hablar con ellos, compartir experiencias... y sobre todo, saber cómo actuarían en caso de que nuestra situación dependa de ellos y de si podemos fiarnos de que van a ayudarnos en caso de necesitarlo.

De hecho, el Numero de Dunbar no es lo único que descubrió, sino que también habló de grupos de confianza en humanos que van de 3,12,35, 150, 500 y 2.000, de mayor a menor confianza. El más pequeño sería aquellos a los que pedirías (o dejarías) dinero en caso de necesidad, luego el grupo de amigos cercanos, el grupo de conocidos, gente que invitarías a tu boda, etc. Así hasta que llegamos a no sentir ningún tipo de apego emocional por aquellos que estén fuera del círculo exterior.



Pongamos un ejemplo práctico. Digamos que hoy lees en las noticias que ha habido un accidente en una carretera de secundaria de Extremadura y ha muerto un camionero. ¿Qué sientes? ¿Se te ha encogido el estómago? ¿Se te ha cortado la respiración? ¿Se te han puesto los pelos de punta? En principio no tendría por qué. Es una víctima anónima en un sitio que no está especialmente cerca (asumo que no hay mucha gente de Extremadura que sigue asiduamente el blog y aprovecho para mandarles un cordial saludo si me equivoco). ¿Y si te digo que a las pocas horas llama tu madre desconsolada y te dice que el camionero que ha muerto en el accidente es tu hermano? ¿Ya has sentido esa sensación en el estómago? No te preocupes, no eres ningún monstruo por no haberte preocupado por el camionero anónimo y si por tu hermano. Simplemente, estás diseñado así.

¿Cómo llegamos a confiar en alguien? En los primates esto se hace a través del acicalamiento. Es sencillo, ya que son grupos pequeños. Pero si tuviésemos que dedicar el mismo tiempo que utilizan los primates y los simios a acicalarse para nuestro tamaño de grupos sociales, los humanos pasaríamos entre el 70% y el 80% del tiempo quitándonos los piojos los unos a los otros (y no tendríamos tiempo para buscar comida y mucho menos para inventar champú anti-piojos).

Por suerte nuestro cerebro encontró dos sustitutos para ello. El primero es la risa. Somos el único animal que utiliza la risa de forma social (los simios se ríen, pero no hay pruebas de que lo hagan de forma social, sino más bien como un resultado del estado de excitación). El segundo es el lenguaje, utilizando en forma de cotilleo.

¿Me estás diciendo que el cotilleo es una importante herramienta evolutiva?

Pues parece ser que sí. El lenguaje nos ha permitido comunicar experiencias sin haberlas vivido personalmente. Entre otras cosas, podemos hablar de relaciones sociales de personas que pertenecen a nuestro grupo social sin tener que haberlo visto nosotros mismos y haber gastado tiempo y energía en ello. En definitiva: cotillear nos ahorra tiempo, energía y nos permite tener grupos sociales más grandes.  Os sorprendería la gran cantidad del tiempo que se dedica al cotilleo (tanto en hombres como en mujeres) en una conversación cotidiana. Una buena o mala referencia puede llevarnos a confiar o evitar a una persona.

Y volviendo al título del post... ¿Dónde está el problema? Si cotillear es algo evolutivo y bueno, ¿Por qué esa animadversión contra Belén Esteban? El problema es que los grupos que hablaba antes, los de 3,12,35 y 150 personas, son limitados. Para poder meter a alguien en el grupo de 3 (el de más confianza) alguien tiene que salir. Y si queremos meter a alguien en el grupo de 12, alguien que está ya en ese grupo tiene que pasar al de 35 y así sucesivamente.

¿Por qué querría meter a Belén Esteban en mi grupo social, si ni siquiera la he visto en persona? 

Como decía antes (y repetiré varias veces de ahora en adelante), vivimos en la era espacial con cerebros de la edad de piedra. Tú puede que no hayas visto a Belén Esteban en persona, pero tu cerebro sí que ve y reconoce su rostro todos los días en la televisión. La tele es un invento del siglo XX, algo que hace posible ver caras de personas que no están allí, pero nuestro cerebro no lo sabe y no está hecho para ver caras de gente que no está físicamente allí. Para tu cerebro, si ves la cara de alguien es porque estás en frente de esa persona. Sólo sabe que ve las mismas caras todos los días, por lo tanto, asimila automáticamente a esa persona como miembro de tu grupo social. Además, esto está reforzado por la información detallada de su vida personal y social que se da en estos programas (el cotilleo).


Si ves todos los días a Belén Esteban en la televisión, tienes dos opciones. La primera es aceptar que pertenece a tu grupo social en la misma medida en la que lo haría tu vecino de portal, que sería alguien a quien también verías todos los días (y lamentablemente, alguien habrá a quien le haga ilusión tenerla como vecina). La segunda es que apagues la televisión cada vez que comience un programa de este estilo, llames a ese AMIGO (con mayúsculas) que hace unas semanas que no ves y quedes con él/ella para echar unas cervezas y unas buenas risas (aunque sea un sustituto, si luego os queréis desparasitar los unos a los otros es cosa vuestra).
Si un día necesitas llorar sobre el hombro de alguien o compartir una alegría, Belén Esteban no estará allí por ti.

Foto: Thermostro

Si quieres saber más, puedes leer el libro "How many friends does one person needs?" de Robin Dunbar (el del número) y también en inglés el artículo de cracked "What is the monkeysphere?".

¿Cómo de ciertos son estos números?

La primera vez que leí sobre el número de Dunbar no creí que fuese ni preciso ni tan real como aparentaba. Por eso estoy realizando un pequeño estudio para comprobar el tamaño de estos grupos sociales a través de varios niveles de confianza. De momento los resultados son terriblemente coincidentes con lo que tiene que salir, y cuadran con los diferentes grupos de confianza de los que habla Dunbar. Me gustaría llegar a tener un muestreo de al menos 100 datos, por ello, si te interesa el tema, tienes 2 minutos y quieres participar en un futuro artículo, rellena esta pequeña encuesta

viernes, 12 de agosto de 2011

¿Cuántas mentes puede leer el Profesor X (y tú) al mismo tiempo?

La respuesta rápida: Probablemente 5. 
¿Queréis escuchar la larga? Empiezo por el principio...



El profesor Charles Xavier quizás no tenga un superpoder tan excepcional como podría parecer. Como vimos en el artículo anterior, el modelo de la Teoría de la Mente (ToM o Theory of Mind en inglés) postula que uno es consciente de lo que siente, tanto internamente como de lo que le llega a través de los sentidos. En el modelo que utilizamos podemos identificar esta función en los centros somatosensoriales.



En cierto modo este es el primer nivel de leer mentes: estás leyendo la tuya propia. Además, como ya hablamos también, las neuronas espejo permiten que puedas "leer la mente" de otra persona y adivinar lo que piensa. Esto es algo realmente interesante y nada trivial. ¿Por qué?

Imaginemos un niño pequeño. Muy pequeño. De hecho, menor de 4 años (luego explicaremos por qué). Pongamos que tiene 1 añito. Si al niño le tapamos los ojos, él va a pensar de la siguiente forma:
"Si yo no les veo a ellos, ellos no me ven a mi".
No está mal para tener 1 año sólo. Es capaz de leer su propia mente y saber que él no ve. Pero le pasa lo mismo que a las avestruces. No es capaz aún de pensar que otra persona puede pensar algo diferente a lo que el piensa. Tener otra mente.

Ahora el niño se ha hecho un poco más mayor y en su segundo cumpleaños le tapamos los ojos a su mama. Ella hace como que no le ve y le llama mientras el niño se ríe y le hace gracia que su madre no pueda ver con los ojos tapados. Aquí hay un cambio sustancial:

"Yo puedo ver a mi madre, pero ella no puede verme a mi".
Ahora el niño es consciente de que la gente puede pensar algo diferente a él. En estos momentos tiene el mismo nivel de pensamiento que los simios (gorilas, chimpancés, bonobos y orangutanes) y algún otro mamífero. Está leyendo su mente (porque es consciente de la información) y la de su madre (no le ve). Esto es lo que se llama "I N T E N S I O N A L I D A D" (y sí lo he escrito bien, es con S y no con C). En concreto estamos presenciando intensionalidad de 2 nivel: "yo creo que mi madre no sabe donde estoy".

Este segundo nivel de intensionalidad es una ventaja evolutiva tremenda, y se da en aquellos animales que son capaces de utilizar el juego de simulación de roles (además de los niños jugando a "papás y mamás", algunos simios pueden jugar de este modo) y usar "engaño táctico". El Engaño Táctico es aquel engaño que hace que el mentiroso obtenga una ventaja sobre el engañado. Ejemplo práctico:




Hasta aquí igual que nuestros primos los simios. Pero ¿qué le pasa al niño de antes a partir de los 4 años? Pues que su neocortex comienza a desarrollarse más allá de las capacidades de los simios y es capaz de "leer mentes" más allá del límite de 2 que hemos visto hasta ahora.

Pasan los años y este niño ya ha crecido y se ha echado una novia un poco celosa. Van por la calle y pasa una mujer despampanante, pero sabe que si le pilla mirándole el culo se va a enfadar. ¿Qué hace? Primero piensa: "Yo creo que mi novia se enfadará si piensa que a mi me gusta esa otra chica" (3 niveles de intensionalidad). Y después mira a su novia y le dice:
"Cariño, creo que te ha sonado el móvil".
Y mientras ella busca en su bolso el móvil él pueda recrease mirando tranquilamente por unos segundos a la otra chica sin recibir la correspondiente bronca.


¿Cuántos niveles de intensionalidad podemos llegar a crear? Parece ser que el límite está en 6, aunque la mayoría de las personas no es capaz de pensar en más de 5 niveles de intensionalidad. Así que, volviendo a la pregunta del título del artículo, y suponiendo que Charles Xavier estaría dentro de la media humana, apostaría por 5 niveles de intensionalidad:
Xavier piensa que Lobezno cree que Cíclope sospecha que a Jean Grey le gusta que Pícara sea feliz.



Quería acabar con un vídeo para poder contar los niveles de intensionalidad de forma práctica, pero no lo he encontrado en español, así que os dejo la versión en inglés. ¡Suerte!