¿Qué es la conformidad social?
En el experimento de conformidad social de Asch, se cogía a un grupo de personas en una sala y se les hacía preguntas sobre unas imágenes como la que aparece a continuación:
Imagen: Wikipedia
¿Es el palo de la izquierda mayor que B?
¿Es mayor que A?
¿Es igual que C?
La gracia del experimento es que de las personas de la sala todos salvo uno estaban compinchados. En ocasiones decían la respuesta correcta, pero en otras ocasiones se ponían de acuerdo para decir una respuesta falsa. En estas situaciones, una de cada 3 personas, respondía lo que respondía la mayoría, incluso sabiendo que estaba mal. Luego incluso justificaban su elección diciendo que no veían bien las figuras por estar lejos de la pantalla, etc. (¿Os suena esto lo que hablábamos de las disonancias cognitivas?).
El resto de personas que respondieron correctamente salvando la presión del grupo manifestaron sentirse molestos e incómodos al tener una posición diferente a la del grupo. Otro dato fue también que la probabilidad de que la víctima del experimento siguiese al grupo dependía de la uniformidad de opinión del grupo. Cuanta más mayoría absoluta, más fácil era que pensase igual que la mayoría.
¿Y esto... por qué ocurre?
Robin Dunbar (el del número de Dunbar) en su libro How Many Friends Does One Person Need? también habla de las afiliaciones políticas y convicciones ideológicas como un adorno sexual que suele mostrarse más intensamente en conversaciones entre varones en los que están presentes mujeres, lo que apoyaría la idea de que estos rasgos se potenciaron mediante mecanismos de selección sexual.
Pero, ¿y la neurobiología que nos dice?
Un artículo (que explican de forma más tragable en el blog de neurociencia de wired) apunta a que la conexión entre el hipocampo y las amígdalas puede se la culpable de esta reescritura de los recuerdos originales creados como consecuencia de una experiencia sensorial personal por otros creados a través de una experiencia social. Los recuerdos se almacenan en el lóbulo temporal, pero quien decide qué y como se almacenan es el hipocampo, y la amígdala (como centro de control de las emociones) podría decidir sobre la importancia o la emoción asociada a ese recuerdo y parece ser la culpable de que los recuerdos con una componente social sustituyan a los recuerdos originales o "reales".
¿Así que no hay manera de distinguir entre recuerdos verdaderos y falsos?
¡Sorpresa!
¡Hay gente que presenta este pliegue en el cerebro y gente que no!
Ahora ya tenemos un arma más para pensar libremente. A partir de ahora, podemos enfrentarnos a la presión social de nuestro entorno conscientemente y elegir sin el condicionamiento heredado por nuestro cerebro de la edad de piedra el partido que más se ajuste a nuestras convicciones reales, y no "el de todo el mundo".
¿O acaso en unas elecciones generales vale también decir "lo que diga la mayoría"?
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