martes, 27 de marzo de 2012

Más sobre aborto y seguridad económica

Ayer salió publicado un artículo en El País titulado "Lo personal pesa más que lo social para abortar" en el que habla exactamente de lo que explicaba yo hace unas semanas en el artículo "Por qué el PP es realmente un partido pro-aborto".

En este artículo de El País, Soledad Murillo, sociologa y una de las redactoras de las leyes de Violencia e Igualdad cuando era secretaria general de Igualdad, y experta de Naciones Unidas explica:

“Claro que no hay ayudas sociales para fomentar la natalidad, y la reforma laboral no ayuda a las mujeres embarazadas. Se pueden ver despedidas por tener un 20% de absentismo en dos meses, algo que suele ocurrir en el comienzo del embarazo”, critica Murillo. “Si el Gobierno está tan preocupado por la natalidad, ¿por qué no han incluido alguna medida nueva para defender el empleo de las madres? Las que había las han eliminado”. “Nunca han existido políticas de apoyo a la maternidad a través de los servicios sociales”, añade.

[...] “Eso sí que es violencia estructural: la falta de políticas de salud sexual y reproductiva desde la escuela, tal como preveía la Ley de Salud Sexual y Reproductiva”, 

Por otra parte, Yolanda Trejo, responsable del trabajo social en la clínica Tutor Médica, comenta:

“Las razones son múltiples. Los motivos de una mujer no tienen por qué valer para otra”, dice Trejo, que añade elementos como la edad, la falta de estabilidad en el empleo, el futuro no resuelto, o la existencia de otros hijos... La proporción de mujeres que abortan tras haber sido madres ha subido paulatinamente, hasta el 53,8% en 2010, último año con datos cerrados del Ministerio de Sanidad.

“Puede que ahora, con la crisis, pesen algo más los motivos económicos, pero no tengo forma de saberlo. No se pregunta”, puntualiza Trejo —desde la ley de 2010 no se preguntan las razones por las que se decide abortar—. La proporción de mujeres que interrumpen voluntariamente su embarazo y están en desempleo ha subido —15% en 2007, 22% en 2010—, pero también se ha incrementado el paro femenino en ese lapso. 


 [...] “¿Ayudas?, ¿dónde están? La realidad es que no existen. Nadie me pregunta por ellas”, afirma Trejo.

También Empar Pineda, de la clínica Isadora nos habla de:
Considera determinante para abortar “la situación socioeconómica de la mujer y de su pareja”. Calcula que tres de cada cuatro interrupciones en su centro se deben a este motivo, “en alza por la crisis”. El segundo en importancia es “el embarazo no programado, que pone en solfa el proyecto de vida”, y el tercero —menos del 10% de los casos— son fallos en el método anticonceptivo.  

Por último, Marina Subirats, catedrática de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona:

Conoce “algún caso” de trabajadora represaliada por el embarazo —el ámbito laboral es uno de los que Ruiz-Gallardón vincula a la “violencia estructural”—, pero cree que esas situaciones se deberían erradicar “con inspecciones de trabajo”, una opción que respaldan otras interlocutoras. “Las empleadas solo comunican su embarazo a la empresa cuando han decidido seguir adelante”, puntualiza Olga Sancho, una de los que dudan de esa “violencia”. “El problema de fondo no es que las mujeres aborten, sino que la maternidad no se asume socialmente”, añade Subirats.
Como vemos, estos argumentos están muy en la línea de lo que hablé en el artículo, sobre los motivos que tienen las mujeres para interrumpir la inversión parental (económicos, estabilidad de empleo y de pareja, otros hijos, edad...) y como la reforma laboral, la crisis y la falta de ayudas y educación sexual hacen que cada vez haya más mujeres que decidan abortar.

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