Hace ya unos años, la primera vez que vine a Ankara me sorprendió un medio de transporte que no existe en España y que aquí se denomina Dolmus. Es un mini-bus que tiene un recorrido fijo pero que lo puedes parar donde quieras para subirte y que te puedes bajar donde quieras, es decir, sin paradas fijas.
Lo más sorprendente del dolmus para mí fue la forma de pagarlo. Para abonar el viaje, pasabas tu dinero al de delante tuyo y le decías "2 personas, por favor", él lo pasaba al de delante suyo y así hasta que llegaba al conductor, que cobraba y devolvía el cambio en la dirección contraria. De esta forma, se creaba una jerarquía de valor del asiento, siendo mejor cuanto más atrás, porque no te molestaban pasándote dinero y peor cuanto más cerca del conductor estuvieses, porque tenías que estar haciendo de cobrador improvisado durante el viaje.
En la forma de elegir el asiento también también influía si eras hombre o mujer y cómo de conservador eras, ya que una mujer conservadora no se sentaría al lado de un hombre que va sólo, por lo que podría elegir un asiento más cercano al conductor y pasar más monedas a cambio de sentirse más cómoda por no ir al lado de un hombre desconocido.
Otra característica del dolmus es que no es un servicio barato. Un viaje en la actualidad puede valer 2 liras, y si tenemos en cuenta que hay gente con trabajos no cualificados que cobra 300 liras al mes, la ida y vuelta de una pareja al centro en dolmus supone un 2,6% de su sueldo, por lo que optan por transportes más económicos como el autobús, donde se pueden conseguir bonos a precios asequibles. Por lo tanto, el dolmus es un transporte que usan las clases medias y estudiantes, ya que las clases más altas se trasladan en coche.
Esta población con esta costumbre de pasar el dinero y los cambios de unos a otros me sorprendió sobre todo por el nivel de confianza que tienes que tener con los desconocidos. En ocasiones de ven billetes de 20 y 50 liras yendo hacia el conductor y el sistema funciona... o funcionaba. Estos días, en Ankara me ha sorprendido que ya no se pasa el dinero, sino que se paga cuando subes dándoselo directamente al conductor. No pude ver ningún cartel que hubiese propiciado el cambio de manera formal, sino que ha sido un proceso emergente de cambio informal "no escrito". En uno de los viajes decidimos hacer el experimento de sentarnos atrás y pasar el dinero a ver qué pasaba. De ida todo fue bien, pero de vuelta una de las mujeres no quiso coger el dinero de vuelta para pasarlo, decía que ese dinero no era suyo y que no iba a tocarlo.
¿Qué ha pasado? ¿Qué ha cambiado en esta población para que un rasgo cultural como era el de pasar el dinero haya desaparecido? Por lo visto todo tiene que ver con la teoría de juegos.
En el estudio de sociedades, uno de los dilemas principales al que se enfrentan tanto antropólogos como psicólogos es el de por qué existen sociedades en las que sus miembros cooperan sin conocerse entre ellos a través de unos contratos sociales no escritos y otras no. En principio si todos cooperan y deciden perder un poco cada uno, el beneficio es mucho mayor para todos y ese coste inicial se compensa, pero si todos cooperan salvo uno de ellos engaña al resto y sigue una estrategia egoísta de no cooperación, el polizón (así es como se denomina a este individuo en este tipo de experimentos) tiene un beneficio muy superior al del resto de personas que ha seguido una estrategia cooperativa.
En el momento en el que aparecen los polizones, ocurren varias cosas. La primera es que los miembros que han seguido una estrategia cooperativa se sienten engañados y realizan un castigo social sobre el polizón si es descubierto, pudiendo incurrir en un coste propio a fin de castigar al individuo egoísta. El segundo fenómeno que se da es que baja la confianza en la estrategia cooperativa y si aparecen el número suficiente de polizones (real o percibido), deja de ser rentable ser cooperativo y la sociedad pasa a ser egoísta. Esto hace que el beneficio global baje, pero cada uno de los individuos percibe que su coste de no ser cooperativo se ve compensado por el hecho de no ser engañado por polizones.
Ahora volvemos a Ankara. ¿Qué ha pasado en el dolmus? Por lo que he podido oír, ha habido un aumento en el número de polizones en el último año. La forma de hacer de polizón muchas veces se repite y consiste en quedarse cerca de la puerta y esperar a que llegue un cambio grande a tus manos (de un billete de 20-50 liras), entonces dejas pasar algunas monedas y pides al conductor que te abra la puerta para poder irte con la mayor parte del cambio. Para cuando la persona que ha dado el dinero reclama el cambio, el polizón está ya a varias calles de distancia.
Lo interesante de esto es que el engaño se da en la fase de retorno del cambio, donde hay más tiempo de confusión, ya que en la otra fase, el conductor sabe cuánta gente ha subido y reclama el cobro del viaje si se retrasan en dárselo. Así, es interesante que en el experimento que hicimos, la mujer no quiso coger el cambio y el conflicto se dio en esta fase y no en la anterior de cobro hacia el conductor.
La explicación a esto puede ser que la gente evita pasar el cambio como fórmula para evitar ser el blanco de un castigo social injusto si ocurre que hay un polizón y te acusan a ti de serlo una vez éste haya bajado. Hay que decir que el castigo en este tipo de situaciones puede llegar a ser físico e inmediato incluso en el caso de que el polizón sea mujer, como he podido oír de algún suceso de testigos que lo han visto de primera mano.
Esta reducción en la gente que pasa el cambio hacia atrás y la gente que decide no pasar el cambio hacia adelante por miedo a ser robado ha hecho que un grupo cooperativo como era la población de un dolmus, haya pasado de cooperativa a egoísta.
Y ahora la pregunta del millón: ¿Cuántos polizones se necesitan para cambiar un rasgo cultural de este tipo? Pues depende de varios factores. Del riesgo que se perciba de ser engañado, del coste de ser engañado, del coste de ser castigado (justa e injustamente) y de la diferencia de beneficio entre la estrategia cooperativa y egoísta. En este caso, el coste de ser engañado es alto (de 20 a 50 liras en el peor caso), y el coste de ser castigado injustamente también. Sin embargo, el beneficio de la estrategia cooperativa es pequeño, sobre todo porque depende de donde te sientes, es más cómodo que la gente no pase dinero (en los asientos delanteros). Por lo tanto, para un beneficio pequeño como es el de no tener que pagarle al conductor a la entrada y hacerlo una vez sentado frente al riesgo de ser robado o agredido injustamente, la estrategia cooperativa ha dejado de ser dominante.
Otro aspecto que habría que estudiar es por qué ha aumentado el número de polizones. La explicación que se da desde el punto de vista local ("emic") es que Ankara ha sufrido en los últimos años un incremento notable de población debido al éxodo procedente de las áreas rurales. Estas personas, siguiendo un análisis situacional, fuera de la sociedad rural donde las principales fuerzas coercitivas sobre los individuos son el grupo familiar y el primario, al llegar a la ciudad no existen estos vínculos, por lo que no se sienten en la obligación de cumplir normas sociales con gente que no conoce ni tienen ningún tipo de relación.
A su vez se encuentran con costumbres que no aceptan como suyas al fortalecerse la identidad de extranjero o la de inmigrante frente a la gente que ha nacido en la ciudad. Esto hace que no adopten una costumbre propia de la ciudad basada en la confianza en extraños, tanto por ser una costumbre urbana que rechazan por contraposición a su identidad rural, como por no considerar importante la confianza en gente que no forma parte de su grupo familiar y social.
Sin embargo deste un punto de vista "etic", también puede ocurrir que el número de mujeres conservadoras haya aumentado por las continuas políticas islamistas del gobierno y la islamización de los medios de comunicación, de forma que no pasar el cambio sea una forma de mejorar el valor de los asientos delanteros del dolmus y tener un mayor número de lugares cómodos disponibles donde poder sentarse en caso de haber sitios detrás al lado de hombres desconocidos.
Lo más probable es que ambas explicaciones sean correctas, y muy seguramente haya otros factores que se me escapan a la hora de poder explicar el cambio de este rasgo cultural. Sin embargo, como antropólogo, no he podido dejar pasar la ocasión de poder asistir en directo a la evolución de un elemento cultural e intentar hacer un pequeño ejercicio de un esbozo de sus causas.
Lo más sorprendente del dolmus para mí fue la forma de pagarlo. Para abonar el viaje, pasabas tu dinero al de delante tuyo y le decías "2 personas, por favor", él lo pasaba al de delante suyo y así hasta que llegaba al conductor, que cobraba y devolvía el cambio en la dirección contraria. De esta forma, se creaba una jerarquía de valor del asiento, siendo mejor cuanto más atrás, porque no te molestaban pasándote dinero y peor cuanto más cerca del conductor estuvieses, porque tenías que estar haciendo de cobrador improvisado durante el viaje.
En la forma de elegir el asiento también también influía si eras hombre o mujer y cómo de conservador eras, ya que una mujer conservadora no se sentaría al lado de un hombre que va sólo, por lo que podría elegir un asiento más cercano al conductor y pasar más monedas a cambio de sentirse más cómoda por no ir al lado de un hombre desconocido.
Otra característica del dolmus es que no es un servicio barato. Un viaje en la actualidad puede valer 2 liras, y si tenemos en cuenta que hay gente con trabajos no cualificados que cobra 300 liras al mes, la ida y vuelta de una pareja al centro en dolmus supone un 2,6% de su sueldo, por lo que optan por transportes más económicos como el autobús, donde se pueden conseguir bonos a precios asequibles. Por lo tanto, el dolmus es un transporte que usan las clases medias y estudiantes, ya que las clases más altas se trasladan en coche.
Esta población con esta costumbre de pasar el dinero y los cambios de unos a otros me sorprendió sobre todo por el nivel de confianza que tienes que tener con los desconocidos. En ocasiones de ven billetes de 20 y 50 liras yendo hacia el conductor y el sistema funciona... o funcionaba. Estos días, en Ankara me ha sorprendido que ya no se pasa el dinero, sino que se paga cuando subes dándoselo directamente al conductor. No pude ver ningún cartel que hubiese propiciado el cambio de manera formal, sino que ha sido un proceso emergente de cambio informal "no escrito". En uno de los viajes decidimos hacer el experimento de sentarnos atrás y pasar el dinero a ver qué pasaba. De ida todo fue bien, pero de vuelta una de las mujeres no quiso coger el dinero de vuelta para pasarlo, decía que ese dinero no era suyo y que no iba a tocarlo.
¿Qué ha pasado? ¿Qué ha cambiado en esta población para que un rasgo cultural como era el de pasar el dinero haya desaparecido? Por lo visto todo tiene que ver con la teoría de juegos.
En el estudio de sociedades, uno de los dilemas principales al que se enfrentan tanto antropólogos como psicólogos es el de por qué existen sociedades en las que sus miembros cooperan sin conocerse entre ellos a través de unos contratos sociales no escritos y otras no. En principio si todos cooperan y deciden perder un poco cada uno, el beneficio es mucho mayor para todos y ese coste inicial se compensa, pero si todos cooperan salvo uno de ellos engaña al resto y sigue una estrategia egoísta de no cooperación, el polizón (así es como se denomina a este individuo en este tipo de experimentos) tiene un beneficio muy superior al del resto de personas que ha seguido una estrategia cooperativa.
En el momento en el que aparecen los polizones, ocurren varias cosas. La primera es que los miembros que han seguido una estrategia cooperativa se sienten engañados y realizan un castigo social sobre el polizón si es descubierto, pudiendo incurrir en un coste propio a fin de castigar al individuo egoísta. El segundo fenómeno que se da es que baja la confianza en la estrategia cooperativa y si aparecen el número suficiente de polizones (real o percibido), deja de ser rentable ser cooperativo y la sociedad pasa a ser egoísta. Esto hace que el beneficio global baje, pero cada uno de los individuos percibe que su coste de no ser cooperativo se ve compensado por el hecho de no ser engañado por polizones.
Ahora volvemos a Ankara. ¿Qué ha pasado en el dolmus? Por lo que he podido oír, ha habido un aumento en el número de polizones en el último año. La forma de hacer de polizón muchas veces se repite y consiste en quedarse cerca de la puerta y esperar a que llegue un cambio grande a tus manos (de un billete de 20-50 liras), entonces dejas pasar algunas monedas y pides al conductor que te abra la puerta para poder irte con la mayor parte del cambio. Para cuando la persona que ha dado el dinero reclama el cambio, el polizón está ya a varias calles de distancia.
Lo interesante de esto es que el engaño se da en la fase de retorno del cambio, donde hay más tiempo de confusión, ya que en la otra fase, el conductor sabe cuánta gente ha subido y reclama el cobro del viaje si se retrasan en dárselo. Así, es interesante que en el experimento que hicimos, la mujer no quiso coger el cambio y el conflicto se dio en esta fase y no en la anterior de cobro hacia el conductor.
La explicación a esto puede ser que la gente evita pasar el cambio como fórmula para evitar ser el blanco de un castigo social injusto si ocurre que hay un polizón y te acusan a ti de serlo una vez éste haya bajado. Hay que decir que el castigo en este tipo de situaciones puede llegar a ser físico e inmediato incluso en el caso de que el polizón sea mujer, como he podido oír de algún suceso de testigos que lo han visto de primera mano.
Esta reducción en la gente que pasa el cambio hacia atrás y la gente que decide no pasar el cambio hacia adelante por miedo a ser robado ha hecho que un grupo cooperativo como era la población de un dolmus, haya pasado de cooperativa a egoísta.
Y ahora la pregunta del millón: ¿Cuántos polizones se necesitan para cambiar un rasgo cultural de este tipo? Pues depende de varios factores. Del riesgo que se perciba de ser engañado, del coste de ser engañado, del coste de ser castigado (justa e injustamente) y de la diferencia de beneficio entre la estrategia cooperativa y egoísta. En este caso, el coste de ser engañado es alto (de 20 a 50 liras en el peor caso), y el coste de ser castigado injustamente también. Sin embargo, el beneficio de la estrategia cooperativa es pequeño, sobre todo porque depende de donde te sientes, es más cómodo que la gente no pase dinero (en los asientos delanteros). Por lo tanto, para un beneficio pequeño como es el de no tener que pagarle al conductor a la entrada y hacerlo una vez sentado frente al riesgo de ser robado o agredido injustamente, la estrategia cooperativa ha dejado de ser dominante.
Otro aspecto que habría que estudiar es por qué ha aumentado el número de polizones. La explicación que se da desde el punto de vista local ("emic") es que Ankara ha sufrido en los últimos años un incremento notable de población debido al éxodo procedente de las áreas rurales. Estas personas, siguiendo un análisis situacional, fuera de la sociedad rural donde las principales fuerzas coercitivas sobre los individuos son el grupo familiar y el primario, al llegar a la ciudad no existen estos vínculos, por lo que no se sienten en la obligación de cumplir normas sociales con gente que no conoce ni tienen ningún tipo de relación.
A su vez se encuentran con costumbres que no aceptan como suyas al fortalecerse la identidad de extranjero o la de inmigrante frente a la gente que ha nacido en la ciudad. Esto hace que no adopten una costumbre propia de la ciudad basada en la confianza en extraños, tanto por ser una costumbre urbana que rechazan por contraposición a su identidad rural, como por no considerar importante la confianza en gente que no forma parte de su grupo familiar y social.
Sin embargo deste un punto de vista "etic", también puede ocurrir que el número de mujeres conservadoras haya aumentado por las continuas políticas islamistas del gobierno y la islamización de los medios de comunicación, de forma que no pasar el cambio sea una forma de mejorar el valor de los asientos delanteros del dolmus y tener un mayor número de lugares cómodos disponibles donde poder sentarse en caso de haber sitios detrás al lado de hombres desconocidos.
Lo más probable es que ambas explicaciones sean correctas, y muy seguramente haya otros factores que se me escapan a la hora de poder explicar el cambio de este rasgo cultural. Sin embargo, como antropólogo, no he podido dejar pasar la ocasión de poder asistir en directo a la evolución de un elemento cultural e intentar hacer un pequeño ejercicio de un esbozo de sus causas.
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