domingo, 3 de junio de 2012

Por qué internet ya es no para el porno

Hace tiempo, circulaba una graciosa cancioncilla que proclamaba que "Internet era para el porno":


Pero hace ya algo más de un año, las redes sociales sustituyeron al porno en tráfico red. Imaginaos, la gente sube y ve más fotos, tweets, estados de facebook, artículos en blogs (¡culpable!) y vídeos a Youtube que porno. Y ahora es cuando un antropólogo debería llevarse las manos a la cabeza y preguntarse:

¿¿¿¿Por qué????

El porno es uno de los subproductos evolutivos más exitosos que ha producido el ser humano. Explota uno de las motivaciones darwinianas más básicas (la reproducción) a un muy bajo coste, liberando de manera inmediata un subidón de dopamina en lo más profundo de nuestro cerebro (Nucleo accumbens y el área ventral tegmental).

Para que os hagáis una idea de lo que eso significa, la dopamina es el opiaceo natural del cerebro y es la responsable de todo aquello que nos da placer. Así, una web que la abres y directamente hackea el circuito evolutivo dándote un chute directo de dopamina haciéndote creer que estás teniendo relaciones sexuales sin tener que pasar por el ritual del cortejo, anclajes emocionales, compromisos, etc. parecería en principio invencible.

Y entonces llega una página web (o varias) en las que en lugar de ver tíos y tías en pelotas montándoselo de todas las formas imaginables encuentras a gente corriente compartiendo cosas corrientes del tipo:

  • Por fin es viernes!!!!
  • De tapeo con los colegas...
  • Fulanito está en @ElBarDelBarrio con Menganita
  • Tuvecinadelquinto ha cambiado su estado a "soltera"
  • Estoy hasta los XXX del gobierno!!!
  • Tucompañerodepiso ha logrado un nuevo record en Farmville

¿Por qué esto es más interesante que el sexo?

La respuesta parece estar en un artículo publicado hace unos meses en PNAS con el título "Disclosing information about the self is intrinsically rewarding" (La revelación de información sobre el auto es intrínsecamente gratificante). 

Según este artículo, compartir información sobre uno mismo activa precisamente las mismas zonas del cerebro que el porno. Cuando compartes algo en internet tu cerebro manda un chute de dopamina a estas mismas regiones, el nucleo accumbens y el área ventral tegmental. Para traducir esto a la terminología que solemos utilizar en este blog: a la gente le da placer señalizar cosas sobre sí mismos, lo que hace aún más atractiva la teoría de la señalización de la que ya hemos hablado en algunas ocasiones en este blog (especialmente, para quien se dedique al marketing). 

Lo interesante de este artículo es que en uno de los experimentos han tratado de ponerle un precio al hecho de compartir información de uno mismo frente a compartir información sobre otra persona o no compartirla. Los resultados no le dan un precio muy elevado, algo menos de un centavo de dolar. Sin embargo, estamos hablando de un experimento controlado y en un entorno de laboratorio. Pensad por un momento cual es el coste de compartir información personal frente a no hacerlo cuando alguien: 
  • Compra una camiseta de su equipo de fútbol (60€) vs una camiseta sin marca (5€)
  • Compra un coche de alta gama (60.000€) vs uno de baja gama (15.000€)
  • Compra un iPhone (600€) vs un smartphone barato (100€)

Sería interesante repetir el experimento en un entorno real. Se me ocurre un bar (por en entorno de alta señalización que representa) en el que la gente puede poner la canción  que ellos elijan por megafonía en una gramola que va variando el precio que cuesta pinchar una canción. Poner una canción es un acto de señalización, de compartir tus gustos musicales, tu estado de ánimo e incluso tu estilo de vida, pensamiento político o ideología. Sería interesante ver cuánto está dispuesto a pagar la gente por "compartir" una canción con todo el mundo. Además, sería interesante ver también quién está dispuesto a pagar más por poner canciones y bajo qué condiciones (cuantas personas del sexo contrario hay, cuántas personas del mismo sexo de similar estatus, cuántos amigos hay en el grupo del que comparte...).

También un descubrimiento muy interesante del artículo es que tanto el hecho de pensar sobre uno mismo como el de compartir (aunque sean cosas sobre otros) nos producen placer de forma independiente. Lo bueno viene cuando se hacen las dos cosas a la vez: compartir cosas sobre nosotros mismos. En esa situación, parece que los dos efectos se unen para producir un efecto mucho mayor que por separado. 

Sólo hay un par de puntos que se me ocurren como crítica al experimento. En primer lugar es el uso de fRMI. En estas imágenes sólo aparecen las áreas que reciben más flujo sanguíneo y que por lo tanto están activas. En ellas se ven las dos que hemos hablado (Nucleo accumbens y el área ventral tegmental) junto con el medial prefrontal cortex, que está asociado con el pensamiento autoreferencial y la imagen de uno mismo. Esto tendría sentido en el caso de compartir cosas sobre nosotros mismos. Sin embargo, no conocemos si esas neuronas tienen una función activa o sirven para regular o inhibir otras a las que están conectadas, especialmente las del cortex prefrontal... Siempre tendremos esa limitación (al menos de momento) con las imágenes fRMI. 

También me gustaría poder repetir el experimento con personas que no hayan estado inmersas en una cultura en la que Facebook y Twitter hayan podido modificar estos comportamientos. ¿Tendría los mismos resultados una persona que nunca ha visto ni compartido nada en internet (tribus indígenas, por ejemplo)? Yo quiero pensar que sí, aunque quizás los resultados fuesen algo diferentes. 

Y ahora, después de toda esta chapa, voy a darle al botón de "PUBLICAR" y darme un chute de dopamina en mi Nucleus Accumbens... ¡y si eso no es suficiente, lo compartiré en Facebook!. Al fin y al cabo, de eso iba este artículo, ¿no?

ResearchBlogging.org Tamir, D., & Mitchell, J. (2012). Disclosing information about the self is intrinsically rewarding Proceedings of the National Academy of Sciences, 109 (21), 8038-8043 DOI: 10.1073/pnas.1202129109

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