miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Cómo nos hicimos (casi) monógamos?

Ayer se publicó un artículo muy interesante en PNAS que está haciendo bastante ruido, incluso en prensa no especializada. El artiulo en sí es "Human origins and the transition from promiscuity to pair-bonding" ("Los orígenes humanos y la transición de la promiscuidad a los lazos de pareja"). Este artículo trata de probar a través de un modelo matemático cual de los posibles escenarios o fuerzas evolutivas han podido hacer posible la transición de un comportamiento sexual similar al de chimpancés (promiscuo) a uno humano (monógamo). Pero vayamos por partes...

El ser humano es muy diferente del resto de primates vivos hoy en día (Gorilas, Chimpancés, Bonobos y Orangutanes). Entre las más significativas están:
  • Bipedismo (andar sobre dos pies)
  • Un cerebro muy desarrollado (en especial el lóbulo frontal)
  • Un gran cerebro implica un tiempo de maduración mayor, pero la cadera que permite andar de forma bípeda impide que los bebés tengan un tamaño de cabeza excesivo. Por ello la última etapa de maduración ocurre fuera del útero durante el primer año de vida, lo que hace que los bebés humanos sean especialmente vulnerables
  • Un bebé muy vulnerable implica que la madre tiene que cuidar de él y tiene que dedicar tiempo que antes utilizaba para conseguir alimentos a su cuidado. Esto hace necesaria la implicación de la figura paterna en el cuidado de la madre y el bebé, cosa que no pasa en el resto de primates
  • El ser humano es básicamente monógamo (aunque moderadamente promiscuo), mientras que los gorilas macho tienen harenes y los chimpancés son promiscuos aunque sólo pueden aparearse con las hembras los machos dominantes
  •  El ser humano es el único primate que ha perdido los colmillos superiores, esenciales para las competiciones entre machos por el dominio y luchas por estatus
  • El ser humano es el único primate en el que la hembra muestra lo que en otros primates serían signos de ovulación de forma constante (pechos hinchados) y por otro lado, suprime otros signos de ovulación (ovulación escondida o críptica) como coloración de la piel, aumento del volumen de la vulva, etc. 
¿Cómo llegó el ser humano a ser tan "especial"?

¿Cómo hemos pasado de "algo parecido a un chimpancé" en el que los machos dominantes se reproducían promiscuamente con las hembras y se peleaban a mordiscos sin importarles lo más mínimo sus propios hijos a "padres de familia ejemplares" y "esposas devotas de sus maridos"? Para empezar, esto no es exactamente así...

Para empezar, tenemos que pensar algo muy importante: nos separamos de nuestro primo más cercano (el chimpancé) hace unos 6.000.000 años (6Mda). Eso no significa que evolucionásemos a partir del chimpancé hace 6Mda, sino que el último ancestro común vivió hace 6Mda, momento a partir del cual, tanto el hombre como el chimpancé (junto con el bonobo) siguieron caminos evolutivos distintos. Imaginaos ahora que si el ser humano ha tenido 6Mda para convertirse en lo que somos ahora desde ese "ancestro común", nuestros primos han tenido el mismo tiempo evolutivo para convertirse en lo que hoy son. Esto nos da una pista de cuánto puede parecerse el último ancestro común que tenemos con el chimpancé al  propio chimpancé. Así pues, pensar que evolucionamos a partir de algo muy parecido al chimpancé es como pensar que el chimpancé ha evolucionado de algo muy parecido al ser humano

Sin embargo, hay una manera más próxima de averiguar cómo era ese último ancestro común, y es estudiar el eslabón conocido más próximo a ese ancestro común. Se llama Ardipithecus ramidus y hay un artículo muy interesante que sirve de cita para el primero que hemos nombrado y que habla de cómo era este ancestro de los humanos y cómo pudo haber sido ese ancestro común.
El tatara-tatara-tatara-abuelo Ardi. Fuente: cienciaes.com 

El Ardipithecus (en adelante, Ardi), vivió hace unos 5,6-4,4Mda, antes que Lucy que vivió hace unos 4Mda. Sin embago, ya tenía algunas de las características más importantes, como por ejemplo: 
  • Bipedalismo, aunque con unos pies aún adaptados a la vida arbórea
  • Unos caninos muy reducidos, lo que da muestras de una competición entre machos muy reducida
  • Una diferencia de tamaño entre machos y hembras muy pequeña, lo que es un signo de baja poligamia
Lo que propone este segundo artículo es que el último ancestro común con los chimpancés se parecería más a Ardi que a un chimpancé actual y que el desarrollo de grandes caninos, alta promiscuidad y competencia entre machos puede haber sido una evolución de la rama de los chimpancés, diferente a la humana. 

A su vez, este artículo propone que la falta de caninos desarrollados muestra a machos con una baja competencia entre sí. Esto es muy importante ya que si los machos destinan menos tiempo a la competición entre ellos, pueden dedicarlo a otras cosas, como a la recolección que hace posible el bipedismo por tierra con las manos libres para transportar alimentos.

La gracia del nuevo artículo es que parte de un escenario inicial muy similar a Ardi, y demuestra con un modelo matemático (con las simplificaciones y limitaciones que todo modelo tiene) como el intercambio de comida por sexo entre machos y hembras que propone el segundo artículo ha podido evolucionar en un escenario de hembras (mayoritariamente) fieles y machos no dominantes que destinan sus esfuerzos a la búsqueda de recursos para su hembra y no a la competición física con otros machos. Como vemos, la antepasada común era un poco puta.

¡¿Has dicho puta?!

Sí, he dicho "puta". Este tipo de "prostitución", o intercambio de recursos a cambio de sexo, se da también en chimpancés de manera espontánea y parece ser que fue el primer paso de la promiscuidad a la monogamia. Algunos machos de bajo estatus conseguirían sexo a cambio de comida y esto aumentaría no sólo su éxito reproductivo, sino también el de la propia hembra. Aquí hay que darse cuenta de que para que un macho de bajo estatus tenga sexo con una hembra, uno de mayor estatus debe dejarle, o debe haber una baja agresividad entre ellos. Recordad aquí los colmillos poco desarrollados de Ardi. 

Sin embargo, esto sólo no llega a un equilibrio estable, según el modelo del artículo. Para conseguirlo las hembras deben ser fieles al macho que les da alimento, de forma que este tenga motivos suficientes para continuar dando alimento y más adelante, cuide de los hijos de esta al poder asegurar (al menos en buena medida) que son suyos. Estamos ante en el comienzo de la inversión parental masculina.

Así que pasamos de un grupo de machos dominantes que se llevaban todo el pastel reproductivo a unos machos no dominantes que pagaban por sexo a hembras. Estas hembras desarrollaron una fidelidad hacia estos machos, que consiguieron un éxito reproductivo imposible en otro escenario, por lo que pasaron a convertirse en proveedores en lugar de luchadores. El bipedalismo le permitiría a los machos transportar alimento suficiente con las manos libres para su propio abastecimiento y para el de la hembra. Esto es posible con las características que describe el segundo artículo de Ardi, lo que lo hace una hipótesis, en principio, bastante plausible.

Un segundo punto importante y del que no hablan en ninguna de las noticias ni notas de prensa, es que en este modelo las hembras no llegan a ser totalmente fieles, sino que mantienen un equilibrio entre fidelidad al macho para que siga proveyendo de recursos, pero no lo suficiente como para renunciar a los genes de mejor calidad de los machos dominantes. Esto coincide con los cambios de preferencia en la mujeres humanas según el estado del ciclo menstrual en el que se encuentran. En los días de ovulación las mujeres se sienten más atraídas por hombres con mayores niveles de testosterona (mejor fenotipo y por tanto, mejores genes) y con diferente complejo mayor de histocompatibilidad (mejor genotipo de la descendencia), lo que no necesariamente tiene por qué coincidir siempre con su pareja. 

Este modelo también es compatible con las diferencias encontradas entre sexos sobre el tipo de infidelidad que genera más celos. Las mujeres reaccionan más ante infidelidades emocionales, ya que pueden hacer que el hombre destine recursos a otra mujer, y los hombres ante infidelidades sexuales, lo que tendría un riesgo de que el hijo de la mujer no sea suyo.

También es compatible con la estrategia reproductiva de los hombres humanos, en los que los hombres de mayor estatus suelen tener una estrategia reproductiva poligámica (no tenemos más que pensar en la vida sexual de Berlusconi, Strauss-Kahn, Hugh Hefner o Charlie Sheen) y los hombres de menos estatus apuesten por una vida sexual monógama.

Hugh Hefner. Fuente: El Economista

Lo único que puedo encontrar chirriante es quizás que utilice como escenario de partida un modelo reproductivo muy similar al del chimpancé, quizás demasiado similar... No se tienen pruebas suficientes de que el último ancestro común se comportase sexualmente de esa manera, y por lo tanto para tomar ese escenario como partida. ¿Cambiaría el resultado si se escoge uno diferente?

Sería interesante también ver cómo encaja este modelo de evolución de la monogamia con diferentes formas de cortejo humano en los que el hombre invita a la mujer a comer/cenar/beber o hace regalos (flores/anillos de diamantes/bombones...). ¿Son estas formas de cortejo universales y con origen en ese cambio de emparejamiento sexual? 

Otra pregunta que me surge... ¿es la prostitución un vestigio o un subproducto evolutivo de los primeros intercambios de recursos por sexo?


ResearchBlogging.org
Gavrilets, S. (2012). Human origins and the transition from promiscuity to pair-bonding Proceedings of the National Academy of Sciences DOI: 10.1073/pnas.1200717109

Lovejoy, C. (2009). Reexamining Human Origins in Light of Ardipithecus ramidus Science, 326 (5949), 74-74 DOI: 10.1126/science.1175834

4 comentarios:

  1. Muy interesante el artículo. Siempre pensé que nosotros y los chimpancés descendíamos de un antecesor violento y sexualmente competitivo, pero si efectivamente el amigo Archi poseía esa conducta, resulta un cambio de rumbo del 180º.
    La verdad es que sigo un poco escéptico, pues quizás la modificación dental fue un cambio genético rápido, desconozco los períodos evolutivos mínimos, y en realidad se tratase de un ancestro violento.

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  2. Hola!

    Bueno... según el segundo artículo sobre Ardi, los colmillos pequeños y la pequeña diferencia de tamaño entre machos y hembras se correspondería con una baja competición intrasexual... Aunque en esto todo son hipótesis. Al final se acepta la que mejor encaja con lo que se conoce en cada momento. Igual dentro de unos años tengo que escribir otro post hablando de un artículo que contradice este. Quién sabe :)

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  3. Hola David,

    No había leído nada de tu blog y me ha sorprendido gratamente. Este artículo en particular es interesantísimo y da respaldo a sensaciones que creo que muchos percibimos. Un enorme trabajo de divulgación.

    Abrazos desde Shanghai,

    Jose

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    1. Hola! Muchas gracias por el comentario :)

      PD: ¿Josemi? ¿Eres tú?

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